Servando Carballar, este viernes, durante la entrevista. | Pilar Pellicer

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Servando Carballar (Madrid, 1962) es uno de los secundarios de lujo más importantes de la música española moderna. Sus casi 45 años de carrera se podrían definir en dos hitos sin los cuales el pop estatal de la actualidad no sería el mismo: haber fundado una de los primeros grupos de música electrónica de España, los futuristas Aviador DRO, y, casi paralelamente, crear la discográfica DRO que, tras publicar a artistas como Loquillo, Radio Futura o Parálisis Permanente, llegaría a ser el sello español más importante en su momento. Robots, distopías y una cabeza de toro se fueron sucediendo en una conversación que, como si una de sus canciones se tratara, casi fue boicoteada por los aviones que sobrevolaron el hotel de Can Pastilla en el que se llevó a cabo esta entrevista. Este viernes actuaron en Es Gremi.

Uno de los manifiestos publicados por su banda en los 80 afirmaba ser «el primer paso hacia el hombre-maquina». ¿Qué pensó de Neil Harbisson, la primera persona reconocida como cíborg por un gobierno? Harbisson tiene incrustada una antena en la cabeza.
Hoy en día todos somos cíborgs. Prácticamente nadie vive sin un tornillo en una pierna, tiene un implante en una muela o un móvil en la mano. El móvil es una conexión claramente entre la tecnología y el mundo. Diría que es la conexión más fuerte que tiene una persona con el exterior. Está a la par que uno de los cinco sentidos. Cuando dentro de poco Elon Muk inaugure el Neuralink podremos repasar el Whatsapp desde nuestra cabeza.

¿Le da miedo eso?
Para nada, yo estoy feliz. Yo pensaba que el futuro nos iba a traer toda esta clase de revoluciones sociales que unas veces se usarán para oprimir o controlar pero, por otro lado, son un método de comunicación universal gracias al cual tenemos la Biblioteca de Alejandría en nuestras manos y eso es fantástico. También gracias a este hecho hoy por hoy se está haciendo la mejor música que se ha hecho en la historia de la Humanidad.

Estamos ahora en un momento geopolítico clave con guerras como las de Ucrania o Palestina, similar a cuando nació su grupo en plena Guerra Fría. ¿Cómo influyó ese contexto prebélico en la banda?
Canciones como Nuclear Sí o Último asalto a la bastilla, nuestros primeros himnos, obedecen a    ser conscientes de que aquello se podía acabar en cualquier momento. Las letras de estas y otras canciones no es que sean más vigentes hoy en día, sino que se entienden mejor que cuando salieron a finales de los años 70.

¿Hacia donde cree que la frenética y distópica tecnología conducirá a la sociedad?
Yo creo que no es distópica. La Inteligencia Artificial, el hito más reciente, hará que todo sea más divertido. Ojalá consigan quitarnos a los humanos de en medio. Al final, solo somos monos anticuados bastante cabrones en general. Llegará el momento en el que los hombres máquina marcaremos la diferencia y podremos quitar de en medio a los indeseables que gobiernan el mundo.

Le veo optimista.
Soy un pesimista alegre. Pienso que todo va a ir a peor, pero eso no me amarga.

¿Cómo fue la época de DRO?
Recuerdo con 17 o 18 años ir al kiosco de Puerta del Sol a por la Musical Express y descubrir la Lista Alternativa de Música. Era una experiencia casi religiosa. Empezamos a investigar como fabricar un disco. Lanzamos nuestro primer single independiente y las colas daban la vuelta a la manzana así que pensamos: si esto pasa con nosotros, ¿cómo no iba a pasar con Glutamato o Siniestro Total? Empezamos a vender 10.000, 20.000 o 30.000 discos. Como nadie se había dignado a hacerlo lo conseguimos porque la música era esencial para nosotros. Fueron ocho años y 400 discos editados.

¿Alguna anécdota de esa época?   
Le dejamos nuestra casa a los Decibelios, un grupo de ska muy peleón de Barcelona que hacían cosas tan divertidas como cortar una cabeza de toro con una motosierra en el escenario y volvimos asustados pensando que encontraríamos ratas durmiendo en la cama o todo destrozado lleno de sangre. Pues resulta que los tíos limpiaron hasta dejarlo como los chorros del oro, mucho mejor de lo que estaba. Las camas hechas y todo como si fuesen Boy Scouts. Son unos tíos educadísimos.