Francesc Vicens, vicario episcopal de Patrimoni Històric i Cultural, y Joan Guaita, presidente de la Fundació Amics del Patrimoni, este miércoles en Sant Felip Neri. | Jaume Morey

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Tras el éxito de sus ediciones anteriores, el Bisbat de Mallorca y la Fundació Amics del Patrimoni organizan de nuevo La Nit de les Esglésies. Se trata de una velada muy especial en la que algunos templos de la Isla permencen iluminados solamnete por la luz de las velas en un ambiente silencioso. La cita se llevará a cabo mañana, entre las 20.00 y las 23.00 horas, en un total de once espacios. En Palma, participan Sant Felip Neri, la basílica de Sant Francesc y la iglesia conventual de la Mare de Déu del Socors.

En la Part Forana, se celebrará de nuevo en la capella del Roser de Santanyí, el convento de Sant Bernardí de Petra, el convento de Sant Agustí de Felanitx, la iglesia de Sant Jordi de Pollença y el convento de Sant Vicenç Ferrer de Manacor. Además, este año se incorporan San Cristòfol de Biniali, el convento de la Caritat de Sencelles y la parroquia de Sant Bartomeu de Sóller.

La iniciativa, explica el vicario episcopal de Patrimoni Històric i Cultural, Francesc Vicens, quiere crear una «experiencia de austeridad y contemplación del patrionio desde una perspectiva diferente, con una mirada distinta, con ojos más estéticos y originales, tal y como eran y habían sido pensadas las iglesias».

Por su parte, Joan Guaita, presidente de la Fundació Amics del Patrimoni, destaca que es «una oportunidad única para mimetizarse y dejarse seducir por la belleza de nuestro patrimonio religioso y artístico». Asimismo, añade que «permite, una vez más, poner en valor el esfuerzo de conservación».

Aunque las visitas son libres y sin límites de aforo, desde la organización proponen empezar el recorrido en Sant Felip Neri para continuar en Sant Francesc y acabar en el Socors. Así lo recomienda Vicens, quien avisa que «se necesita un rato para que los ojos se acostumbren a la oscuridad, a la luz natural y para que el ruido que todos llevamos en nuestro interior se vuelva silencio».

La experiencia, continúa, quiere «propiciar la espontaneidad y permitir que sin ninguna intervención o dirección, la belleza de este espacio haga lo que tenga que hacer dentro de uno mismo, efecto que será diferente en cada persona». En definitiva, «se trata de que el silencio y la luz hablen por sí solos sin necesidad de añadir nada más».