Ricard Reguant es un reconocido director teatral, dramaturgo, guionista y cineasta.

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Ricard Reguant (Barcelona, 1953) tiene tres proyectos en marcha: su adaptación de Boeing Boeing, que gira en catalán y en español en estos momentos, y está ultimando la obra que llevará de nuevo al Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, Los titanes. La furia de los dioses, del 12 al 16 de julio. Para ambos montajes ha vuelto a fichar al mallorquín Joan Carles Bestard.

¿Qué puede avanzar de la obra que llevará a Mérida este año?
—Es una comedia musical basada en los titanes y en la mitología griega, pero le hemos dado una vuelta para que guste a todos los públicos, también para niños. Queremos que con esta pieza entiendan de dónde viene la palabra titán y qué significaba en la comedia griega. Hemos contado con la participación de unos treinta niños, para hacerla más divertida y amena, con muchos bailes, para que entre bien y, para que nos entendamos, no sea un coñazo.

¿Es una propuesta pedagógica?
—Sí, y así tiene que ser en un festival de este estilo. Tienes que conseguir que los más jóvenes se interesen por el mundo antiguo, los mitos y demás porque, si no, vamos muy mal. El aforo es de 3.500 personas y siempre nos ha ido bien, pero es mejor ofrecer un producto que interese a cuanta más gente mejor. Los jóvenes son los espectadores del futuro y nuestro trabajo depende de ello. Tenemos que crear nuevos públicos, ofrecer piezas que interesan o que hagan que piensen que el teatro no es un rollo.

¿No es un prejuicio superado?
—Por desgracia no lo hemos superado, no. Los jóvenes creen que ir al teatro es ir a ver el Club de la Comedia y es un tremendo error. No hacen teatro, hacen otra cosa. Piensan que es ir a ver a gente hablar y es algo que poco a poco se va corrigiendo, pero tampoco mucho. La educación escénica y musical del país es muy mala. Toda la música que hay en televisión se reduce a Operación Triunfo o La Voz. Y la música no solo es eso. Vemos a la gente que canta, pero no quien crea las canciones, ni como ni por qué las han creado. Y eso es culpa un poco de la tele. Los políticos podrían ayudar un poco, pero la responsabilidad no es toda suya.

¿Cómo ha traído la mitología griega a la actualidad?
—Solo diré que el argumento parte de una historia mitológica que usó George Lucas para hacer La guerra de las galaxias. Así que cuando me preguntaron por qué proyecto me gustaría llevar a Mérida se me ocurrió modernizar ese mito. Al final, mucha ficción contemporánea está basada en la mitología griega, también Harry Potter.

Ha vuelto a fichar a Joan Carles Bestard. ¿Qué destacaría de su trabajo como actor?
—Berlanga me dijo algo curioso con lo que me identifico mucho: ‘Tú eres de mi circo’. Así que yo también cojo a gente de mi circo. Creo que Joan Carles luce y por eso me gusta trabajar con él. Compartimos una manera de hacer las cosas y un sentido del humor que hace que nos entendamos muy bien.

Boeing Boeing es una adaptación de la obra de Marc Camoletti que dirige desde el año pasado, pero, antes que usted, fueron otros los que lo hicieron. ¿Cómo es su propuesta?
—La adapté mucho, puesto que, para empezar, era muy larga, y también la modernicé. Mi propuesta está ambientada en los años sesenta El nieto de Camoletti vino a verla a Madrid y nos concedió la posibilidad de hacerla también en catalán.

¿A qué se refiere exactamente con modernizar?
—Por ejemplo, cambié el papel de la criada por el de mayordomo que, por cierto, interpreta Joan Carles. Por otra parte, el texto original hace referencia a un avión que era el más rápido de la época y, como ya no sirve, lo cambié por una huelga de controladores aéreos.

¿Hay mucha diferencia entre cómo acoge esta pieza el público en catalán que en castellano?
—No. El público siempre es el mismo. En Mallorca hice la comedia Un marit fora corda y también la hemos representado en Rumanía, donde hace más de quince años que dirijo un teatro. La gente se ríe igual, en los mismos fragmentos y situaciones. El humor es internacional, no es diferente el de aquí o el de Madrid. Es una leyenda urbana.

¿El humor es el antídoto para todo?
—Es el remedio para todo, ya lo vimos en la pandemia. La gente necesitaba distraerse del drama en el que nos encontrábamos. Todo sirve: Shakespeare, comedia... Todo tiene su momento y ambas cosas forman parte del mismo mundo y es válido. Yo he hecho de todo y la comedia es lo más difícil. Cuando haces un Shakespeare no te hace falta mucha más cosa, porque el texto te lo da. Pero una comedia no basta, se tienen que hacer gags, movimientos...

A finales de año publicará una Enciclopedia del musical. ¿Qué puede detallar?
—Hace muchos años que lo estoy escribiendo, pues, como decía, falta mucha educación escénica en las escuelas. Se trata de un repaso por los inicios del musical hasta nuestros días, así como del cine. Pero está contado de forma amena y divertida, con muchas anécdotas. Serán tres volúmenes de más de mil páginas cada uno.