Imagen promocional de The Chemical Brothers, que este sábado tocarán en el Mallorca Live Festival. | Hamish Brown

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Muchos de los visionarios que adelantaron tendencias en la música electrónica sufren un ostracismo prematuro. El vértigo que impulsa la renovación de este género, paradigma de modernidad, acabó devorándoles, y hoy lucen como una fotocopia descolorida de sí mismos. Tom Rowlands y Ed Simons conocen las reglas del juego, rociaron de acid house las madrugadas de los 90, y sobrevivieron al cambio de siglo incorporando rock a su lecho químico. Treinta años después, siguen luchando por no descender a la categoría del recuerdo. The Chemical Brothers, el dúo más excitante del trip hop, luce en lo más alto del cartel de este sábado en el Mallorca Live Festival de Calvià.

De los muchos caminos que tomó la música electrónica, el dance es el que se asentó con más fuerza en el consumo popular. Dentro de ese espectro, The Chemical Brothers, The Prodigy y otros audaces pioneros abarcaron nuevos territorios con su renovada paleta musical. De entre ellos, nuestros protagonistas son los únicos que han conseguido perpetuarse en el tiempo. Y es que, más allá de su hábil desempeño como deejays, Rowlands y Simons desarrollaron un concepto sustentado en la combinación de efectos y cromatismos que, además de revolucionar la sociedad, influyó en los nuevos músicos de fin de siglo así como en gente con un largo historial detrás como U2, NIN o Joy Division, quienes vieron como sus temas revisitados con osados remixes se tornaban carne de pista de baile. No en vano, la doble lectura que ‘los hermanos químicos’ aplicaron sobre una gran variedad de géneros, todo a la vez, mezclado con una base rítmica obsesiva, dislocó caderas por doquier.

A orillas de los 90 y con apenas veinte años, Tom y Ed cambiaron Londres por Manchester para estudiar Historia, aunque terminaron echando más horas en The Haçienda –el mítico club de Tony Wilson– que en las aulas. En el 95 pusieron en marcha el dúo, captando la atención de gente como Noel Gallagher (Oasis), Paul Weller (The Jam) y Bobby Gillespie (Primal Scream). Ese mismo año grababan su álbum de debut, Exit Planet Dust, considerado hoy una gema del big beat. A fuerza de un sonido expansivo que tomaba lo más resonante del acid house, el hip hop y el rock alternativo, Chemical Brothers demostraron haber estudiado el pasado para transformar el futuro. Para no haber acabado la carrera, menuda lección de historia nos dieron…

Entrados en los cincuenta, podríamos decir que hoy sus discos se acomodan en ambientes más abstractos, sin tanta excitación y con lances ralentizados en el laboratorio de mezclas. Que son más Kraftwerk y menos Chemical Brothers, vaya. Pero estaríamos mintiendo. El ‘terrorismo percusivo’ sigue presente, como un agente activo irrenunciable. Y ese pulso maquinal, esa cadencia mágica, nos alista en un ‘viaje infinito con esa tonta sensación de libertad’. La que nos proporcionan canciones como Block Rockin’ Beats, Setting Sun o la inolvidable y taquicárdica Leave Home.