Leo Alburquerque y Gypsy Nel·lo, integrantes de La Lioparda. | Jaume Morey

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Pocos son los que no conocen la historia de Pinocho, la famosa marioneta que aspira a ser un niño de verdad. El relato clásico, mucho más oscuro que el que popularizó Disney -la gran fábrica de los sueños y de tantos estereotipos pesados-, y que hace poco le valió un Oscar a Guillermo del Toro, sin duda también puede ser una potente metáfora para hablar de todos aquellos que no encuentran su lugar en el mundo o en el sistema. Así lo interpreta Leo Alburquerque Tudela, uno de los fundadores de la compañía La Lioparda que este sábado y domingo estrenará en el Teatre Principal de Palma su nuevo proyecto: Imaginaris monstruosos. Ambos pases son a las 20.00 horas.

En palabras de Alburquerque, es una propuesta de «poética visual» que arranca con un pequeño monólogo, aunque no es la palabra, sino el cuerpo, quien tiene el protagonismo. En este sentido, sobresale el trabajo de Natalia Fariñas, que firma la escenografía y la iluminación. De hecho, a pesar de que en La Lioparda participan varias personas, en este caso, en escena, solamente está Albuquerque y el actor Marc Torres.

«No se habla específicamente de género, pero si de las normas marcadas por el sistema, algo que también le sucede a Pinocho, que tiene que pasar unas pruebas muy duras para ser un niño de verdad. A partir de esta historia me planteé, por ejemplo, por qué a los niños no les crece la nariz cuando dicen mentiras y pueden mentir sin que eso tenga consecuencias físicas. De ahí la metáfora de Pinocho, que no es 'un niño de verdad', que no es 'natural', sino 'artificial'. A nosotros, las personas trans, se nos ha acusado precisamente de no ser naturales, de llevar a cabo unas modificaciones. ¿Y por qué Pinocho tiene que ser un niño? ¿Por qué no puede seguir siendo una marioneta y ya está? ¿Y qué quiere decir ser una mujer o un hombre de verdad» , razona Albuquerque, quien insiste en que es un espectáculo para adultos.

Marc Torres y Leo Alburquerque protagonizan ‘Imaginaris monstruosos’. Foto: TONY ADROVER

Por su parte, Gypsy Nel·lo, que en este caso se ha encargado de la producción, lamenta que «las personas que no encajamos nos planteamos muchas veces qué significa ser 'de verdad'. El cómo te leen, la lectura externa, es como una losa». Así las cosas, Nel·lo avisa que Imaginaris monstruosos no está dirigido a las personas trans, algo que de hecho ni se especifica en ningún momento, sino que aborda «los monstruos que tenemos dentro, sea por cuestión de género o por algún tema delicado; ofrece un lugar para que cada uno se pueda identificar por su parte oscura», que todos intentamos esconder y que aquí, por fin, salen a la luz. En este sentido, Nel·lo asegura que es también «un ejercicio de ternura con uno mismo, de sacar y abrazar ese monstruo a pesar del miedo y del sentir que no encajas con tu entorno».

Investigación

Leo Alburquerque Tudela recuerda que este proyecto surgió hace tres años a raíz de una Crida del Casal Solleric. «Empecé a investigar sobre cómo universalizamos el monstruo, algo que también trata Paul B. Preciado en su libro [Yo soy el monstruo que os habla], de cómo los monstruos hemos tenido que esforzarnos para encajar en lo universal. Pero, ¿qué es lo universal? ¿Los hombres blancos cisgénero y heterosexuales? Pues vamos a girarlo al revés, vayamos a universalizar nuestra historia. De esto trata Imaginaris monstruosos, de esas partes oscuras, de esas sombres que ocultamos para sentirnos amados», detalla. «Vamos a abrazar lo monstruoso», celebra Nel·lo.

«Para mí hay una clara evolución en las líneas rectas, esquemáticas y mecanizadas que el monstruo rompe. Así, el monstruo también nos da un poco de luz, de líneas curvas entre tanta rectitud. Eso lo podemos extrapolar en la política, en el fascismo, en el auge de la derecha y su manera de hacer las cosas. ¿Y qué pasa con lo torcido? Al final, todas tenemos algo torcido, la rectitud es inventada, es algo que se ha construido. La Lioparda es una comunidad de monstruos y gente rara», continúa.

Educación

La Lioparda, cuentan, surgió en 2014, aunque no fue hasta 2017 que se constituyó como compañía. Se dedican tanto a los espectáculos, a las representaciones y performances como a la labor educativa. «Los tres pilares son: educación y pedagogía, movimiento y artes escénicas y género y sexualidad. Todas ellas atraviesan los proyectos de La Lioparda, cuyos integrantes pertenecen al colectivo LGTBIQ+. Trabajamos desde los vínculos y cuidando los afectos», explican.

Además, una parte destacada la ocupan los talleres que organizan en centros educativos que consisten en hablar de género y sexualidad con dinámicas lúdicas y teatrales y van dirigidos desde a docentes de FP de Igualdad hasta alumnos de quinto y sexto de primaria a bachillerato.