Sebastián Yatra demostró sobre el escenario el poder que desprende la música latina, número uno en todo el planeta. | Pilar Pellicer

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Sebastián Yatra demostró anoche que el reguetón en particular, y el marchamo latino en general son los estilos que gobiernan la industria discográfica en la actualidad. ¿Con especial filiación entre jóvenes y adolescentes? Pues no. El coqueto recinto de Calvià, antiguo Aquapark, acogía, en el estreno del ciclo Mallorca Live Summer, una rica amalgama multigeneracional, con propensión femenina, eso sí. Aún hay quien no se lo cree, pero hace tiempo que el reguetón dejó de ser patrimonio exclusivo de latinoamericanos y un cuerpo extraño en las listas europeas y del resto del planeta. Su incursión ha sido gradual, progresiva, pero ha terminado por conquistar tanto los bailes furtivos del sábado noche como los recintos de gran aforo, sin duda se ha impuesto un cambio radical de paradigma en la música. Motivo de orgullo para unos y de desesperación para otros, pero es lo que hay.

El colombiano compareció en el escenario con 10 minutos de demora sobre el horario previsto, pero con la partida ganada de antemano. Que no les despiste su antipose de estrella porque es, siente y ejerce como tal. La escenografía no destacaba por su espectacularidad, pero lucía resultona: una gran pantalla y discretos efectos lumínicos, rematados por un sobrio conjunto musical, un cuerpo de baile y la voz y coreografías, en ocasiones improvisadas, del protagonista. Que sin duda sabe desenvolverse en los giros de sus veneradas caderas. Eso sumado a su no menos venerada retahíla de hits, que prendieron al son de Melancólicos anónimos, convirtieron su show mallorquín en un ejercicio de vértigo, sudor y gozo como no se veía en tiempo. A la espera, claro está, del paso del ciclón veraniego Rosalía. Veremos.

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Momento de su concierto en Magaluf ante más de cuatro mil personas. 

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«¡Buenas noches Mallorca!, vamos a arrancar esta fiesta», arengó Yatra mientras sonaba Modo avión, al que siguió Tacones rojos. Los temas se sucedían sin pausa, el artista apenas interactuaba con el publico pero a nadie parecía importarle, su repertorio llegaba en cascada para el goce de una multitud entregada en la sofocada noche, que devino ardiente cuando el de Medellín entonó los primeros compases de Traicionera. El Dharma Tour vivía su momento más álgido, seduciendo y quebrando la pelvis de 4.000 fans en una noche de ritmos pop y reguetón. No hizo falta que enardeciera a su parroquia para que se sumase a los estribillos, el karaoke generalizado hacía tiempo que corría como pólvora encendida.

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Miles de personas arroparon en Magaluf al artista colombiano.

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Rafa Nadal y su esposa también asistieron al concierto.

Calor

Pero, ¡qué calor! 30 grados marcaba el termómetro de mi smartphone. El público no se amilanaba y continuaba a lo suyo, con la espalda empapada en sudor pero disfrutando de cada tema de amor desgarrado que entonaba el colombiano, que deslizó socarrón: «¡El calor de hoy es cosa seria!». Queda por ver si este flechazo a primera vista con el público se afianza a largo plazo. Por lo pronto, Yatra sigue reivindicándose no solo como vocalista, sino también como baladista de corte clásico, dotes que demostró con pericia en los temas más reposados y sedosos de su repertorio. Ya se verá, insistimos, pero a día de hoy nuestro protagonista hace bueno el refrán del caballo de Atila, que allá por donde pasa ya no crece la hierba. Buena metáfora para describir su imparable ascenso.