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«Mon cor estima els llibres». Con estas palabras, parafraseando el conocido poema de Miquel Costa i Llobera, finalizó su pregón Fanny Tur y espoleó a los presentes a comprar libros y, sobre todo, a hacerlo en librerías de proximidad. Y lo más cercano eran los once puestos que ocupan desde este viernes y hasta el lunes el patio de La Misericòrdia en la nueva edición de la Fira del Llibre. Una muy «necesaria».

Aunque se abrían las puertas por la mañana, era por tarde cuando se esperaba el plato fuerte del primer día. El sol iba despidiéndose en una tarde que más otoñal que veraniega, y a medida que las luces artificiales ganaban peso a la natural la gente iba haciendo acto de presencia. La música del cuarteto de jazz Hot Creepers se paseaba por el recinto animando los paseos familiares de los presentes. Muchos niños curiosos en los puestos de las librerías más especializadas en ellos, como Espai Caramulls o Abacus, junto a sus cuidadores en un ambiente relajado y tranquilo.

Variedad

Frente a ellos, el tenderete de Rata Corner o Univers del Còmic aglutinaban el grueso del público más juvenil, deseosos de ver las novedades de la temporada otoñal que los libreros presentaban encantados. Y por otro lado, el público más variado se lo repartían los puntos de Llibres Ramon Llull, Embat, Quart Creixent, Ínsula Literària, Drac Màgic y Finis Africae. A todos ellos se les sumaba un undécimo enclave, el de la Fundació Mallorca Literària, que se encarga de la veintena de actividades de la Fira que incluyen charlas y presentaciones.

La tónica general era la del sosiego. Tanto los intercambios entre libreros con lectores fueron respetuosos con las normas, que se siguieron en todo momento, y mantenían un toque ceremonioso y pausado. Fue como si los libros tuvieran el poder de detener el tiempo por un instante y ganar todo el protagonismo, como señalaría Tur poco después: «los libros son máquinas del tiempo».

fira del llibre .

El pregón, de hecho, logró captar la atención del público, quizá atraído por la defensa a ultranza que Tur hizo con sus palabras del poder de los libros, de la historia de la literatura y del valor de libreros, librerías y bibliotecas. Una defensa que no podía obviar a la cultura en su alegato como «segura», que recibió el asentimiento de las distintas autoridades políticas que se personaron en el evento.

Entre ellas se pudo ver al alcalde de Palma, José Hila, el regidor de Cultura, Antoni Noguera, la consellera Bel Busquets, Mateu Malondra, director del Institut d’Estudis Baleàrics y la delegada de Cultura del Govern, Cati Solivellas. Todos ellos pudieron presenciar las palabras de Tur, que de hecho fue parte del Govern hasta el ejercicio anterior, y que destacó, entre otras cosas, la lectura en general, sobre todo si es desde la infancia, y la lectura en catalán en particular, haciendo valer las traducciones así como las producciones de literatura catalana.

Otro de los importantes alegatos de Tur fue señalar que «las librerías son refugios» y sirven para la creación de «ciudadanos formados», al tiempo que animó a comprar libros «ahora» y no esperar «a comprarlos el último día que abra las puertas de la última librería de nuestra ciudad» porque si «una casa sin libros no tiene alma», una ciudad sin librerías carece de lo mismo.

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Positivo

Catalina Cladera, presidenta del Consell, cerró la parte más institucional del primer día de la Fira dando la enhorabuena a Tur por sus palabras y a los libreros por «montar una feria en un momento difícil». Algo que desde el otro lado de los escaparates de los puestos se veía con una perspectiva similar pero optimista. «Era necesario hacer esto», explicaron desde uno antes de celebrar «el buen ambiente y la respuesta positiva». Y tan positiva a juzgar por la cantidad de bolsas de tela que llegaban vacías sobre las manos de la gente y salían colgadas de hombros de los que caían como cascadas de sabiduría y entretenimiento debido al peso de los libros en su interior.