La guionista y escritora Laura Gost, posando para esta entrevista en Ciutat. | Jaume Morey

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Hace dos meses se coronaba campeona del Torneig de Dramatúrgia que organiza Produccions de Ferro, que se celebra en el Teatre Mar i Terra, con su texto Seguí. Ahora, Laura Gost (sa Pobla, 1993), guionista del cortometraje de animación Woody & Woodyganador del Goya en 2018– publica su primera novela, La cosina gran (Lleonard Muntaner). El libro, que estará disponible a partir de la semana que viene, se presentará el 28 de marzo en Can Planas (sa Pobla), el 30 en Can Torró (Alcúdia) y el 4 de abril en Rata Corner (Palma).

Antes de hablar de la novela, ¿qué pasará con Seguí? ¿Habrá libro?
— Ya grabamos la versión radiofónica con los actores, David Vert y Caterina Alorda, así que en breve se emitirá en IB3 Ràdio. En cuanto al libro, nunca se sabe, pero claro que me gustaría.

Hablando ya de La cosina gran, ¿cómo surge?
— Ya la había terminado antes de la nominación a los Goya. De hecho, me vino bien porque decidí aparcar la revisión que le faltaba hasta que pasaran los premios. Fue la excusa perfecta para dejarla reposar.

No es lo primero que escribe.
— No, había probado de escribir algo más largo, pero siempre había escrito relatos breves o teatro. Cuando intentaba escribir una novela, nunca me sentía del todo satisfecha. Tenía esa tendencia propia del relato, la falta de paciencia y de querer terminar.

La protagonista, Rosa, está en plena adolescencia.
— Hacía tiempo que me apetecía explorar aquella época de mi vida. No una adolescencia tipo ‘qué me voy a poner para el baile de final de curso’, sino la adolescencia de verdad, de etapa de iniciación, de dejar atrás la infancia y empezar en el mundo adulto. Hay un montón de novelas y películas sobre ello, pero siempre desde el punto de vista masculino.

¿Por ejemplo?
— En las películas de los 80, como Los Goonies, E.T., Cuenta conmigo o La historia interminable, siempre es un chico el protagonista. Ellas son elementos pasivos o secundarios que se limitan a ser guapas, feas, gordas, delgadas o empollonas y que, simplemente, interactúan con el chico.

Y en esta novela es justo al revés.
— Pensé que, curiosamente, nosotras hemos visto y leído estas historias y empatizamos igual. Me dije que sería interesante ver qué pasaría si contaba estos procesos, que al final son humanos y comunes en algunos aspectos, a través de una chica. Todo ello escapando de tópicos y haciendo que pudieran conectar tanto chicos como adultos. Quería profundizar en diferentes maneras de vivir la adolescencia, las ganas de crecer, pero, a la vez, el miedo de dejar de ser niña; los complejos y las inseguridades...

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Sin embargo, el título hace referencia a Tina, la prima de Rosa.
—El título sería como un McGuffin de Hitchcock. Es decir, lo que hacía el cineasta es hacer creer al espectador de que el protagonista del filme es uno cuando, al cabo de poco tiempo de empezar la película, muere de repente. La cosina gran no es más que una excusa para que Rosa crezca en muchos aspectos y proyecte inseguridades, envidia, admiración... La prima mayor es lo que ella querría ser, pero que, a la vez, rechaza. Al final, Rosa también es un poco la cosina gran o lo que será dentro de algunos años.

Lo mismo que con los protagonistas de esos filmes y libros que menciona.
— Exacto. Para mí, la intención en esta novela era que los hombres solamente sirvieran para la reafirmación y crecimiento personal de Rosa. Son personajes interesantes en tanto que lo son para ella.

¿Le molestaría o le gustaría que etiquetaran la novela como feminista?
— En absoluto me molestaría. Lo que sí me gustaría pensar es que llegará un momento en el que se podrá romper con esta etiqueta de ‘literatura para mujeres’.

O escrita por mujeres.
— Normalmente, se relaciona que, si lo escribe una mujer, también es para mujeres. ¿Cuántos siglos llevamos de literatura escrita por hombres sobre mujeres? Cumbres borrascosas lo firma una mujer pero podría haberla escrito un hombre. Me gustaría que no fuera tan determinante quién lo firma. Así como en Woody & Woody o Seguí el protagonista es un hombre, aquí quería aprovechar al máximo mi experiencia como mujer, de cómo vives y descubres la feminidad y cómo te enfrentas a ella, reivindicando a la mujer como un personaje que puede ser muy completo.

¿Ha sido premeditado entonces?
— Sí, aquí nada es accidental. Jane Austen, por ejemplo, que es un autora que devoré con trece o catorce años, sus personajes más interesantes eran mujeres. El señor Darcy era lo más soso del mundo; es Elizabeth Bennet quien le da vida.

Jane Eyre, otra de las grandes protagonistas de la literatura.
— Sí, y no hay prejuicios por leer libros clásicos escritos por mujeres, pero sí por los modernos.

Lolita, otro gran libro sobre una mujer escrito por un hombre.
— Lo maravilloso sería que, para demostrar que un hombre o una mujer tiene que ser capaz de escribir cualquier tipo de ficción, se demostrara este año que Lolita lo había escrito en realidad una mujer y no un Nabókov. Porque una mujer puede escribir Lolita si le apetece, sin caer en la corrección política. Como mujer, tienes que poder escribir sobre una mujer perversa o sobre un pervertido, igual que los hombres han hecho lo que han querido siempre.