El actor Eloy Arenas, en una imagen promocional de ‘Burundanga’. | Burundanga

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Eloy Arenas (Alicante, 1950) lleva siete años y medio interpretando su personaje en la comedia Burundanga, de Jordi Galcerán y dirigida por Gabriel Olivares. La obra, que lleva en cartel ocho temporadas en Madrid y acumula más de un millón de espectadores, se estrena este jueves, a las 20.30 horas, en Trui Teatre de Palma. La pieza podrá verse hasta el día 30 de diciembre. El elenco lo completan Ariana Bruguera, César Camino, Rebeka Brik y Bart Santana.

Parece mentira que una obra se mantenga en cartel ocho temporadas. ¿Cuál es la clave?
—El éxito es que la gente sale diciendo cuánto se ha reído y lo bien que lo han pasado. Es una obra divertidístima. Es una pieza de gran calidad, Jordi [Galcerán] es un gran autor y los actores tienen mucha magia. Creo que es una función que ha superado los gustos tradicionales y se puede extrapolar a la gente que normalmente no va al teatro. No reírse es imposible.

Han cambiado mucho las cosas en España durante todos estos años…
—Al principio fue un sueño y algo irreal, empezamos en 2011, en plena crisis, tras el 15-M en la Puerta del Sol, Rajoy llegaba al poder... Nos pilla muy lejos. No existían partidos como Podemos.

¿Qué historia se relata en la obra?
—Una chica joven se queda embarazada, pero no sabe cómo decírselo a su novio porque duda de si la quiere. Su compañera de piso le recomienda usar burundanga, la droga de la verdad, con la que es imposible mentir. El filtro desaparece.

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¿A quién le daría usted esta droga de la verdad?
—Les daría un chupito de burundanga a los políticos en los mítins antes de las elecciones, para que no puedan decir mentiras, como que bajarán los impuestos para, finalmente, incluso subirlos.

¿Usted tiene filtros?
—Nunca me aplico ningún filtro. Hice un chiste hace unos años en un programa de televisión sobre Aznar y ETA. El productor me dijo que tendríamos que eliminar esa frase o suprimir todo el programa. Opté por lo segundo. En otra ocasión bromeé sobre el Papa y la pederastia y también chocó mucho, aunque no me lo censuraron.

El humor es peligroso, lo demuestran casos como el de Dani Mateo o Willy Toledo.
—Las redes sociales son un arma increíble, hacen que la gente pueda compartir y comentar algunas cosas y se escandalizan más. Creo que hacen que la sociedad sea más conservadora en ese sentido. Uno tiene que ir con pies de plomo. Ahora hay más represión y autorepresión. Tienes que usar un lenguaje políticamente correcto. La gente se coloca veinte filtros.

¿Cuál es el límite?
—El humor no tiene límites, es la gente que lo tiene y los pone. A mí no me gustan todos los chistes, pero paso de ellos, no los consumo y ya está.

¿En qué otros proyectos está trabajando?
—Estoy a punto de terminar de escribir una obra de teatro.