La Orquestra Simfònica ofreció un concierto reivindicativo en el que participaron varios artistas invitados y al que acudieron miles de personas. | T. Ayuga / P. Pellicer

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La Orquestra Simfònica se ha encontrado en su travesía con un iceberg –las instituciones– que le anuncia que no tiene «viabilidad». Pero la Simfònica no navega sola. Su tripulación está formada –además de por sus 70 componentes– por otros amigos relacionados con la música. Como los directores Luis Cobos, Francisco Valero-Terribas y Felipe Aguirre; la soprano Pilar Jurado; el barítono Miguel Sola; el trompetista Luis González o la cantante Maria del Mar Bonet, quienes ayer volaron hasta Palma para arropar a la formación en su concierto reivindicativo del Born.

El rockero Jaime Anglada, que en ocasiones agarra el timón de la orquesta en el espectáculo Anglada Simfònic, reclamó a la gente que no se olvide «de que esta orquesta es suya, hay que mantenerla y disfrutarla. La Simfònica está demostrando que si el barco se hunde, ellos quieren salvarlo dejándolo todo no sólo por ella, sino por todos». Como hicieron los siete miembros de la orquesta del Titanic, que no dejaron de actuar cuando el transatlántico estaba naufragando.

Amigos

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Joan Company, además de dirigir la Coral Universitat, también es director del Coro de la Sinfónica de Galicia y, como mallorquín, se pregunta: «¿Cómo puedo entender que allí tengan dos orquestas sinfónicas y aquí sólo una y la tengamos que eliminar?» Para la soprano Pilar Jurado «destruirla sería borrar el centro cultural de la ciudad.

Cuando los políticos quieren celebrar algo, la orquesta estará ahí, es el corazón musical y, por ende, cultural de aquí». Esa función de ejercer de servicio público la defiende Luis Cobos, quien se mostró crítico con la gestión de las instituciones. «No se puede hacer peor, tienen que reflexionar. Hay que conservarla al precio que sea porque su coste es mínimo. Si la cortas la condenarás a tocar sólo una serie de repertorios. Ya no será sinfónica». La cantante Maria del Mar Bonet suscribe las palabras de Cobos. «Es una falta muy grande de sentido común llegar a este punto. No tendría que haber ocurrido nunca».

Más allá de la polémica, el nombrado, pero no confirmado director de la Simfònica, Josep Vicent, expresó su gratitud por el apoyo multitudinario de los ciudadanos. «Es tremendamente emocionante ver la unidad, la que nos hace sentir queridos y orgullosos de formar parte de esta aventura». El maestro Felipe Aguirre señaló que un evento así «es muy bonito porque esta gente se ha unido por una causa que no sólo es de la orquesta, sino de todos, que es la cultura». Otro de los participantes en el acto, Francisco Valero-Terribas, calificó la situación que atraviesa la Simfònica como «vergonzosa, no sólo por el acto de negar la negociación, sino por el menosprecio hacia los músicos».

Cuenta la leyenda que la orquesta del Titanic, dirigida por Wallace Hartley, siguió tocando a pesar del hundimiento para que los pasajeros mantuvieran la calma. La Simfònica seguirá reivindicando su rol en nuestra sociedad. Aunque les digan, desde las instituciones, que no tiene «viabilidad, ni Festival de Bellver, ni temporada que viene».