La Orquestra Simfònica ofreció un concierto reivindicativo en el que participaron varios artistas invitados y al que acudieron miles de personas. | T. Ayuga / P. Pellicer

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El himno a la alegría, la Patética, el Va pensiero de Nabucco, El barbero de Sevilla, Don Giovanni o La Balanguera pusieron la banda sonora a la mañana de ayer en el Born de Palma durante un concierto reivindicativo a favor de la Orquestra Simfònica de les Illes Balears, cuya continuidad tal como la conocemos está en juego debido a los recortes. Cerca de 5.000 personas disfrutaron durante tres horas, de pie y sin dejar de aplaudir, de un acto muy bien organizado por los propios músicos, que contó con importantes invitados y que fue presentado por Agustín El Casta.Un pasacalles con una banda de cornetas y tambores abrió la mañana como preludio de lo que iba a suceder, el hermanamiento entre ciudadanos e intérpretes gracias a la música, unidos al grito de Tots som música, Tots amb la cultura o Si se pot. Porque como dijo desde el escenario el director de orquesta Felipe Aguirre, citando a Beethoven, «la música tiene una finalidad por encima de muchas otras: unir a los seres humanos».

La situación que sufre la orquesta desde hace dos años, de la que ahora los políticos quieren despedir a 13 personas o reducir el sueldo del colectivo un 20 %, ha dado lugar a una plataforma cívica que lucha por su salvación y a un Cor de Voluntaris per sa Causa, integrado por cantaires de distintas agrupaciones corales que se estrenó ayer. «Es muy emocionante estar aquí», decía Rosa Sánchez, una vecina de Son Dameto, orgullosa de que la Simfònica hubiera tocado en su barrio hace unos días. «Los tuvimos para nosotros solos y hoy estoy aquí porque les necesitamos». Desde Manacor viajó el pintor Riera Ferrari, quien se mostró «entusiasmado» con lo que estaba sucediendo en el centro de Palma. María Luisa Torres, violinista jubilada de la Simfònica, en la que comenzó cuando era una jovencita bajo la batuta del maestro Eaktay Ahn, su fundador en 1946, aguantó las tres horas en primera fila «apoyando» a sus compañeros. El de ayer fue un día «histórico», se decía en el Born, y una demostración de que los ciudadanos están dispuestos defender las instituciones culturales públicas en peligro.