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«El público pasó de congelado a no parar de aplaudir». Lo contaba ayer entusiasmado el bailarín Carlos Miró tras el éxito conseguido en el patio de Can Oms de Palma con el espectáculo Todo sobre mí (la muerte del cisne) , una crítica a la corrupción y a los recortes.

El montaje, «más una performance que un espectáculo de danza», estaba lleno de simbolismos. Miró, recientemente nominado al Premio Max, encarnó a la musa de la danza, Terpsícore, enfundado en un vestido blanco recubierto de sobres que fue lanzando al público. Eran los sobres de «los sobresueldos de los políticos, que nos han dejado sin nada y recortan en cultura y sanidad», y también «las plumas del ballet La muerte del cisn e, de Saint Saëns». En este panorama desolador para la creación artística, Terpsícore, es decir, la danza, quiere poner fin a su vida «y lo intenta por todos los medios», algunos ridículos y no exentos de humor. Porque Miró arrancó sonrisas a la reivindicación y llegó al corazón del público. «Fue genial, la gente se fue soltando con el desarrollo del espectáculo viendo que era una broma, una metáfora». La música, por supuesto de Saint Saëns, la puso a la flauta Mayte Abargues.