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Nuria Espert, muy emotiva como siempre y con la gran sensibilidad que la caracteriza, presentó ayer en Palma, una ciudad que le reporta gratos recuerdos de sus pasadas actuaciones en el Auditòrium y el Castell de Bellver, su actuación en «La Celestina», la clásica obra de Fernando de Rojas en una versión de Michel Garneau, creada por Robert Lepage, y traducida al castellano por Alvaro Garcia Meseguer.

«Sorprende su atrevimiento teniendo en cuenta que la Inquisición estaba en plena forma», comentó la actriz al describir la representación como «un espectáculo bellísimo, lleno de sorpresas y que al ser una obra clásica mantiene vigentes elementos como las pasiones irrefrenables, la vitalidad y alegría del goce o las vicisitudes sociales donde la religión no pinta nada», sentenció.

Una versión que ha entrañado una especial dificultad técnica y que la actriz catalana ha aceptado tras rechazar otras anteriores. «Me quedé helada porque no tenía ningún deseo de interpretarla», afirma, destacando la fuerza interpretativa que exige esta versión y que pide a los actores el máximo esfuerzo y, a la vez, les reporta la satisfacción que encierra este reto. Circunstancia que comparó en algunos aspectos con «Yerma», una obra esencial en su carrera dramática. Son tres funciones, -el día 21 a las 18.00 y a las 22.00 y el 22 a las 22.00, en la Sala Magna-, en el transcurso de una gira que comenzó en el Fòrum y continuó en Sagunto para llegar al Teatro Real de Madrid y a Málaga antes de desembarcar en Palma y partir para Lisboa, donde terminará en junio. Un reto más en su pasión por el teatro, actividad que Nuria Espert destaca que la hace sentir responsable de si misma frente al cine o la televisión que reconoció que le aburre.