En la imagen, el «Cant de la Sibil·la» de Sant Llorenç de Selva en 1999.

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El Consell de Mallorca ha decidido incoar como Bien de Interés Cultural Inmaterial el canto de la Sibil·la. Por primera vez, se otorga a un elemento patrimonial no material el carácter de BIC. Con esta protección, se pretende «potenciar y dar a conocer todavía más» la Sibil·la, según Joan Josep Mas, director insular de Patrimoni Històric del CIM. La decisión, una iniciativa surgida desde el Consell, se aprobó ayer durante la Ponencia Técnica. El «Cant de Sibil·la» es una de las dramatizaciones medievales navideñas más arraigadas. A lo largo del tiempo, ha ido sufriendo modificaciones y ha ido cambiando según el lugar en el que se ha representado. Por eso, en la actualidad existen diferentes versiones. Todas ellas serán protegidas por igual. «Nuestra intención es conservar el patrimonio, tanto material como inmaterial», afirmó Maria Antònia Munar, presidenta del CIM. A través del «Cant», pueden encontrarse «conexiones de nuestra cultura con la de otros países» y puede verse, por ejemplo, «la evolución de la implicación de la mujer», desde una época en la que «no se permitía que cantaran», a pesar de que se trata de un personaje femenino, hasta el presente, donde ya se permite.

«La Sibil·la es uno de los pocos ejemplos representativos del folklore medieval», según Mas. En el Arxiu del Centre d'Estudis Teològics se conserva un códice del siglo XIV que recoge la partitura y la letra y que también se protegerá, al igual que todas aquellas partituras que se conservan. La Sibil·la llegó a Mallorca después de la Conquesta de Jaume I. En Ripoll y Córdoba, se conservan manuscritos pertenecientes a la liturgia mozárabe del siglo X. El canto se representó por toda la Península hasta la prohibición surgida del Concilio de Trento, que no permitió que se celebrara durante las representaciones litúrgicas y que hizo que desapareciera de muchos lugares. En la actualidad, sólo ha sobrevivido en Mallorca, el Alguer y Braga.

Durante su prohibición, dejó de cantarse la Sibil·la en la Seu pero se presupone que continuó presente en el resto de iglesias y fuera de Palma. En 1575, el obispo Joan Vic permitió su regreso pero fuera de su contexto originario y, en 1967, la Reforma del Vaticano II aprobó que volviera a introducirse dentro del proceso litúrgico. En un principio, se cantaba con una melodía gregoriana de fondo. Sin embargo, su transmisión oral y su prohibición hizo que fuera reconvirtiéndose hasta su actual composición musical. Su mezcla de «música popular y música litúrgica» convierten a la Sibil·la en un «fenómeno singular» y poco habitual, en palabras del director insular de Patrimoni Històric. Anteriormente, ya se trabajó para proteger la Sibil·la y para preservar su existencia. Durante la pasada legislatura, la Conselleria de Cultura del Govern balear trabajó para que el Cant de la Sibil·la optara a Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.