La fachada acristalada, independiente de la esctructura metálica, es un concepto del movimiento moderno.

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Pocos sabrán que antes de diseñar el proyecto para el edificio de GESA el arquitecto Josep Ferragut (Palma 1912-1968) recorrió Europa central en coche para documentarse sobre las tendencias contemporáneas. Eran los años sesenta. El resultado de este interés fue una construcción en la línea internacional de la arquitectura moderna en la estela del gran maestro Mies van der Rohe. Su demolición para levantar la fachada marítima genera diversidad de opiniones y el Colegio de Arquitectos quiere abrir un debate.

«Es un edificio importante para la ciudad y por ello creo que es necesario plantear un debate, una reflexión», dice Federico Climent, vocal de Cultura del Colegio de Arquitectos de Balears. La arquitecta Gabriela Zelnick y la historiadora Dolores Ladaria hicieron a principios de los noventa un estudio del edificio, aún inédito. La primera explica que «es único en su género en la Isla porque no está construido en un entorno urbano». Y también por su filosofía constructiva, que coincide con los planteamientos de Mies van der Rohe, de gran influencia en la arquitectura del siglo XX: cerramiento con una piel acristalada independiente de la estructura metálica, apertura del interior al exterior, plantas diáfanas.

El edificio de Ferragut se organiza en torno a este programa. Zelnick destaca los conceptos que manejó: planta libre, servicios que se organizan en torno a un núcleo central y el resto diáfano, sin tabiques; vestíbulo que distribuye la parte social y la de oficinas. «Hoy en día no nos damos cuenta de su modernidad porque es una arquitectura que ya tenemos asumida», dice Zelnick. Ferragut redactó el proyecto en 1965, "año en que Juan Antonio Coderch diseñó el edificio Trade, en Barcelona, de estilo similar", y falleció antes de que se iniciaran las obras.

Lo continuó José Falcón. Para entender el contexto en el que trabajó Ferragut en el edificio de GESA, Zelnick recuerda el boom energético de los cincuenta y sesenta. «Se encarga como emblema de una empresa que se sentía puntera y que quiere un edificio de oficinas representativo, imagen de la modernidad y el desarrollo». Es, asegura, un edificio vigente, y destaca el binomio arte/arquitectura planteado por Ferragut tanto en el vestíbulo, decorado con murales cerámicos, como en la zona de representación.