Juan Antonio Briñas. FOTO: JAUME MOREY

TW
0

«Llevando el ejemplo al extremo, la creación de Briñas tendría que remitirnos a los retratos de un Tiziano, plenitud de la representación de la historia vital encarnada». Esta es una de las definiciones con las que Baltasar Porcel hace referencia al trabajo del fotógrafo mallorquín Juan Antonio Briñas en el prólogo del libro «Viure a Mallorca.

Una visión internacional de l'Illa» que recoge 72 retratos de artistas plasticos extranjeros o peninsulares residentes en la Mallorca 'cazados' por el artista de la cámara en su estudio y en su ambiente de trabajo. Publicado en 1994, este volumen testimonial tendrá continuación en una nueva publicación que Briñas prepara desde entonces pero, en esta ocasión, dedicado a dibujantes, ceramistas, escultores o pintores mallorquines.

Amigo de la mayoría de ellos, Briñas se cuela en su estudio con una cámara como único equipo y con un sólo objetivo a la hora de hacer la selección, la calidad de la obra del artista que elige. Por el momento, lo ha hecho con más de ochenta y la lista no está cerrada.

«Nunca llevo focos para que no se sientan cortados, me manejo con la luz de ambiente. Por cierto, como cosa curiosa, se dice que los artistas en la Isla están muy influenciados por la luz del Mediterráneo pero, a veces, en su estudio te encuentras con que algunos trabajan con poquísima, con la que viene de una ventana pequeña, por ejemplo». De manera silenciosa, el fotógrafo irrumpe en su intimidad con muchas precauciones para captar con mayor naturalidad posible tanto al personaje como la situación que le rodea.