De arriba a abajo: el director de Cálamo, Paco Goyanes, la codirectora, Ana Cañellas, y el resto del equipo, que conforman Ana Segura, Itziar Abril y León Vela. | Europa Press - EUROPA PRESS

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La zaragozana Librería Cálamo celebra este viernes su 40 aniversario y su director, Paco Goyanes, hace balance en una entrevista con Europa Press de estas cuatro décadas, en las que ha logrado crear una auténtica comunidad de lectores cuya influencia llega hasta Iberoamérica y en las que ha mantenido un criterio «reconocible y reconocido» por sus clientes. Sobre el principal 'enemigo' de las librerías hoy en día es claro: «La gente sigue prefiriendo leer en papel que en digital y esto es algo incontestable».

Cálamo nace en 1983 como una salida profesional «lógica» para un entonces recién licenciado en Filosofía y Letras como Paco Goyanes, quien «por nada del mundo» quería acabar en las aulas como profesor, como modo de dar rienda suelta a su compromiso social, cultural y político en un momento de apertura en el que había tantas cosas por construir, también «vibrante» en el mundo editorial, que llevaba tantas décadas encorsetado.

Eso sí, también era un momento difícil desde el punto de vista económico, asegura, con una crisis industrial «brutal», un paro «elevadísimo», «con los créditos al 17%» y con un mercado «muchísimo más pequeño» y muchos menos lectores.

Probablemente, Goyanes no esperaba que Cálamo llegara hasta donde ha llegado hoy, pero sí que tenía las ideas bien claras y unas metas que, objetivamente, se han cumplido: vender buenos libros, participar de manera muy activa en la vida social y cultural de Zaragoza y vivir de su trabajo.

Más que una librería

No sólo es que haya cumplido con creces esos tres objetivos, sino que esa acción cultural y social ha volado mucho más allá del Ebro hasta llegar a otros puntos de España, y también a México, a Colombia, a Centroamérica o a Guinea Ecuatorial. De ahí viene un reconocimiento en el mundo cultural que Goyanes agradece «muchísimo».

Cálamo es ante todo una librería, un comercio de dimensiones más bien pequeñas situado en la zaragozana plaza de San Francisco, pero ha llegado más allá hasta convertirse en una auténtica comunidad de lectores, un agente cultural a través de la literatura.

De ello dan buena muestra, por ejemplo, los Premios Cálamo, que conceden desde 2001 y cuya lista de galardonados incluye a autores de la talla de Almudena Grandes, Javier Cercas, Rafael Chirbes, Héctor Abad Faciolince o, la más reciente, la mexicana Brenda Navarro.

Además, los reconocimientos a lo largo de estas cuatro décadas son numerosos, como el Premio Librero Cultural, concedido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte; el Premio Boixareu Ginesta, otorgado por la Federación de Gremios de Editores de España; o el diario El País, que la nombra en 2013 como una de las 11 mejores librerías del mundo.

Coorganiza también eventos que están en la agenda de todo librero español o latinoamericano, como el Talento Editorial del Hay Festival América y el Encuentro de Librerías y Editoriales Independientes iberoamericanas 'Otra Mirada'.

El propio Paco Goyanes es Hijo Predilecto de Zaragoza desde 2010 y, en 2012, es seleccionado como uno de los 50 profesionales más influyentes de la industria editorial en Iberoamérica y ha sido también jurado del Premio Princesa de Asturias de Literatura en 2022 y 2023. Su compañera y codirectora, Ana Cañellas, ha formado parte de los jurados de los premios de novela Alfaguara, Anagrama y Fernando Quiñones.

Escritores que han pasado por cálamo

Estos premios y las presentaciones que suelen organizar escaleras arriba de la librería, o en otros espacios ajenos cuando son más multitudinarias, han hecho que pasen por Zaragoza algunos de los mejores escritores de las últimas décadas, que también han dejado su huella.

De ellos Goyanes destaca al fallecido Rafael Chirbes, ganador en dos ocasiones del Premio Cálamo y al que define como «un tipo realmente entrañable», además de un «grandísimo escritor».

También a Juan José Saer, «uno de los más grandes escritores argentinos», que en sus últimos años no solía viajar, pero un año antes de su fallecimiento acudió a la capital aragonesa a recoger el Premio Cálamo y salió con un «recuerdo inolvidable». Entre las más jóvenes cita a la cubana Elaine Villar Madruga, también ganadora con 'La tiranía de las moscas', una persona «cercana, brillante y agradecida», con la que han trabado una amistad muy sólida pese a la diferencia de edad.

«Hemos tenido un criterio que ha sido reconocible y reconocido por los lectores, nuestra forma de publicitar ha sido diferente también, hemos optado siempre por el sentido del humor --como demuestran los correos que envían a los clientes--, por no tomarnos muy en serio, aun siendo muy serios», apunta Goyanes, haciendo un repaso a los aciertos que cree que han causado la supervivencia de Cálamo estas cuatro décadas. Como reconocibles son las borrajas que sustituyen a las rosas el Día del Libro. Marca de la casa. «Nuestra empresa es la empresa de crecimiento más lento en Aragón, pero también es verdad que ha sido muy sólido», remarca.

Consecuencias de la pandemia

Todo ello a pesar de nacer en un contexto de crisis económica y atravesar varias más hasta la última, la provocada por el Covid, una «catástrofe» desde todos los puntos de vista que también provoca «una reacción muy fuerte» por parte del público, que en ese momento se niega a que cierren los comercios de proximidad y las librerías fueron «las grandes beneficiarias» de este movimiento.

«La gente que tenía una cuenta de librería aumentó su cuota, quien no la tenía se la abrió, empezó a aparecer un montón de gente joven, durante la pandemia todos leímos más y la realidad es que los índices de lectura en España aún aumentan muchísimo», explica.

Jóvenes y mujeres, resalta, porque son ellas la mayor parte de la clientela o quienes copan los talleres de lectura, algo que se va trasladando también al mundo editorial e incluso se ve ahora «una auténtica avalancha» de escritoras que empieza a romper la brecha de género.

Tres años después, es cierto que esa euforia ha remitido, pero las librerías independientes, y Cálamo en particular, mantienen una clientela rejuvenecida que sigue buscando entre sus estanterías libros en papel, cosa que no sucede en la misma medida en el mundo de la música o el del cine, subraya.

Cambios en los últimos 40 años

Han cambiado los lectores estos 40 años, pero en el oficio de librero han pasado «del paleolítico a estar en Marte tecnológicamente», bromea Goyanes, que cuenta cómo, al abrir, se pegaba todo un fin de semana con una máquina de escribir y una calculadora para hacer «cuatro facturas», cosa que ahora se soluciona dándole a un botón. Eso sí, la esencia del trabajo sigue siendo la misma: la búsqueda bibliográfica, la orientación al cliente y el servicio. «Eso sigue siendo lo mismo ahora que en el 83 y que en el año 1840», remarca.

También han cambiado las modas, como el cómic, que arrasaba en los 90 para luego desaparecer o que en los 80 se leyera muchísimo ensayo y menos narrativa, algo que en la actualidad se ha invertido. «La gente va cambiando según las necesidades de cada época», explica el librero.

40 años después de que subiera por primera vez las persianas, Cálamo sigue teniendo futuro. Goyanes asegura que no tiene ninguna intención de jubilarse y que, para cuando no le quede otro remedio, tiene un equipo «fantástico» que va a seguir llevando este negocio, esta comunidad de lectores durante --esperemos-- muchos años más.