Archivo - Vista general de El Cabril. | CSN - Archivo

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Los residuos radiactivos de media, baja y muy baja actividad procedentes del desmantelamiento de la central nuclear de Santa María de Garoña, en Burgos, comenzarán a llegar a finales de 2024 al Centro de Almacenamiento de El Cabril, que gestiona la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa) en el término municipal de Hornachuelos (Córdoba).

Así lo han confirmado a Europa Press fuentes de dicha empresa pública, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, precisando, tal y como recoge en su web, consultada por Europa Press, que en el marco de la primera fase del desmantelamiento de Garoña, que comenzó oficialmente el pasado 19 de julio y tiene una duración de tres años, se generarán unas 5.500 toneladas de materiales.

De esta cantidad, unas 2.000 toneladas serán de residuos radiactivos, que serán transportadas a El Cabril, para su almacenamiento, desde «finales del año que viene». De forma específica, unas 250 toneladas serán residuos de baja y media actividad (RBMA), y unas 1.750 toneladas serán residuos de muy baja actividad (RBBA).

El transporte de los residuos radiactivos de muy baja, baja y media actividad se realizará a El Cabril por carretera, que es el sistema habitual. Para ello, «la reglamentación, los embalajes y los vehículos certifican su seguridad» y, según destacan desde Enresa, «tras más de cuatro millones de kilómetros de experiencia, no se han producido incidentes con implicaciones radiológicas».

La fase uno del desmantelamiento de la central nuclear de Garoña también generará 2.062 toneladas de «material desclasificable», es decir, que serán «potencialmente reciclables», junto a otras 1.691 toneladas convencionales de residuos de construcción y demolición, de los que «se reciclarán aproximadamente 586 toneladas».

Por otro lado, los residuos radiactivos de alta actividad de la central de Garoña, es decir, el combustible gastado, se sacará de la piscina de la central y se cargará en 49 contenedores, los cuales se gestionarán inicialmente en el Almacén Temporal Individualizado (ATI) de la propia central.

De esta forma y durante tres años, las actividades principales de la primera fase del desmantelamiento de la central de Garoña implicará la mencionada «gestión del combustible gastado, la descontaminación de los principales circuitos radiológicos y el desmontaje de los grandes componentes del edificio de turbina, para que tenga una nueva función de acondicionamiento de residuos».

La segunda fase, que tendrá una duración de siete años, prevé como actividades principales «el desmontaje de los grandes componentes, incluida la vasija y los componentes internos del reactor, la demolición de los edificios, una vez retirada su posible contaminación, y la restauración del emplazamiento».