Antonio Raíllo, junto a Abdón Prats y Vedat Muriqi, celebra el gol del Real Mallorca contra el Granada. | Miquel Àngel Borràs

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El Real Mallorca de Javier Aguirre ha hecho de la defensa su mejor ataque. El conjunto bermellón, que atraviesa por uno de los tramos más soleados de la temporada, lleva ya un puñado de partidos alimentándose del acierto de los jugadores que componen su línea de contención. Gracias a ellos y a su puntería a la hora de arrimarse al área rival, el conjunto balear se ha metido en la final de la Copa del Rey y ha apalabrado la continuidad en Primera División por cuarta temporada consecutiva.

Sufre un problema de cintura para arriba el Mallorca, por mucho que ahora los datos le sonrían. Sobre todo, porque sus pistoleros llevan ya mucho tiempo con el gatillo atascado y sin justificar su condición de especialistas. Vedat Muriqi, el último de los delanteros bermellones que ha visto puerta, no marca desde el 11 de febrero pese a no haberse perdido un partido desde entonces. Su trabajo es incuestionable y su conexión con Cyle Larin parece cada vez más fiable. Sin embargo, el kosovar anda muy lejos de las cifras del curso pasado, el único en el que ha vestido al completo de rojo y negro, y el canadiense sigue levantar del todo los pies del suelo. Entre los dos, contando la Liga y la Copa, suman once tantos. Los mismos que Abdón Prats, el tercero de la fila. La espesura volvió a quedar reflejada en el partido del sábado contra el Granada, en el que el Mallorca lanzó hasta diez saques de esquina y remató hasta 18 veces. Y solo fue en el último, con un centro de Sergi Darder y un cabezazo de Antonio Raíllo —una acción como la que ambos dibujaron en la primera jornada, en Las Palmas—, cuando agujereó la portería defendida por Batalla.

El gol de Raíllo ha permitido al Mallorca estirar el carril por el que ha circulado durante el último mes. Rescató un punto en Mendizorroza por medio de Matija Nastasic, cimentó su acceso a La Cartuja con un gol de Gio, derrotó al Girona con una diana de Copete y dio un paso casi definitivo hacia la salvación con el tercer tanto que anota Raíllo en lo que va de temporada.

«Me da exactamente igual quien marque los goles porque defienden todos y atacan todos», explicaba Aguirre tras guardar en la cartera los tres puntos conseguidos contra el Granada. «No quiero separar a los jugadores y decir que los defensas están para defender y los delanteros para marcar goles. Mete goles el que puede y defienden todos», argumentaba el entrenador mexicano para justificar esa tendencia a la que se ha agarrado el grupo.

El Mallorca es el equipo de Primera que más punta le saca a sus goles. En la Copa atravesó la verja de las tres últimas eliminatorias con una ventaja mínima y en la Liga ha sumado 30 puntos con 25 dianas. En el campeonato regular, la plantilla cuenta con hasta diez goleadores distintos y tras Muriqi y Abdón, con solo tres tantos, se han colado Antonio Sánchez y Raíllo. Porque Larin, con uno menos, está un paso por detrás, a la misma altura que Dani Rodríguez o Nastasic.

Para que las cuentas cuadren, el Mallorca ha ido compensando su déficit ofensivo con una mayor firmeza en defensa. En los dos últimos encuentros en Son Moix —Girona y Granada— ha mantenido echado el pestillo y el único golpe que ha recibido en las tres últimas fue el que le propinó en Montjuïc el talento de Lamine Yamal. El fútbol tequila de Javier Aguirre vuelve a resplandecer.