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Con todo el mundo a doscientas pulsaciones. Algunos de sus compañeros con lágrimas en los ojos. Otros agitando la camiseta al ritmo de «a Sevilla, oé, oé» mientras entraban en el vestuario visitante del Reale Arena y la hinchada celebrando como nunca una clasificación para la final de la Copa del Rey, Dominik Greif (Bratislava, 1997) miró a la cámara extrañado por tanta euforia para soltar una de las frases de la noche. «Queda un partido más. No hemos terminado el trabajo», señaló imperturbable, como si la fiesta no fuera con él, ante la sorpresa general. Fue un torrente de frialdad que contrastaba con la algarabía generalizada y que resume la personalidad de este portero eslovaco. De un tipo de hielo que se ha reivindicado en esta edición de la Copa del Rey después de tres años en la celda del anonimato.

La historia de Dominik Greif y el Real Mallorca nació en las redes sociales y en un #freeDominik que se viralizó entre la hinchada mallorquinista. El primer intento frustrado de su fichaje provocó un mensaje del portero «pidiendo su liberación», que de inmediato tuvo la respuesta de la afición. Una corriente de afinidad con un portero, entonces en el Slovan de Bratislava, que había expresado en su Instagram su deseo de firmar por el Real Mallorca...

Seis meses después, este portero de gran envergadura (mide 1’97) abrió la puerta del vestuario del Mallorca. Su debut no fue demasiado esperanzador. Encajó tres goles –ganó Osasuna 2-3 en Son Moix– y la sensación que dio no invitó precisamente a la ilusión. Desapareció del mapa y sus presencias quedaban reducidas a los compromisos de la Copa del Rey y algún amistoso.

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Las lesiones y el covid tampoco acompañaron a su continuidad y el Mallorca, antes las dudas que ofreció Greif desde el punto de vista físico por unos problemas en la espalda, optó por firmar a Predrag Rajkovic. Fue la gota que colmó el vaso. La gran regularidad mostrada por el meta serbio le condenó al ostracismo... Apenas aparecía en los encuentros residuales.

En la presente temporada, Javier Aguirre le entregó el mando de la Copa del Rey desde la primera ronda. A pesar de su falta de minutos, «de portería» como dicen los entendidos, el internacional eslovaco ha ido evolucionando de forma notable, con intervenciones determinantes para que el Mallorca siguiera devorando rondas.

La eliminatoria ante el Girona (parada clave a los dos minutos y con 1-0) y estas semifinales contra la Real Sociedad le han consagrado. La frialdad mostrada en los momentos más calientes de la eliminatoria han dado la vuelta al mundo. Ahora le queda la final. El día 6 de abril. El día que cumple 27 años.