El entrenador del RCD Mallorca, Javier Aguirre, este martes, en el partido del Reale Arena contra la Real Sociedad. | Joan Riera

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En menos de dos años, Javier Aguirre Onaindia (Ciudad de México, 1958) se ha ganado un sitio en esa misma mesa en la que comen los mejores entrenadores que ha tenido el Real Mallorca. Muy cerca de la tierra de sus padres, que eran de los municipios vizcaínos de Gernika e Ispaster, el Vasco logró meter este martes al conjunto balear en la cuarta final de la Copa del Rey en 108 años de historia, algo que solo habían hecho tres grandes mitos de los banquillos de la entidad: Llorenç Serra Ferrer (1991), Héctor Raúl Cúper (1998) y Gregorio Manzano (2003).

«Es un orgullo estar junto a esos colegas», decía Aguirre en la sala de prensa del Real Arena poco después de consumar la clasificación. «Llevamos dos años aquí y la gente nos ha aceptado muy bien, nos han apoyado desde que empezamos y es una manera de devolverle ese calor. A mí la gente en la calle me deseaba suerte y ánimo y espero que lo hayan disfrutado y que hayan tenido una buena noche», añadía con un perfil bajo, sin elevar demasiado el volumen de su discurso.

En cada una de las temporadas que ha consumido como técnico del Mallorca Javier Aguirre le ha dejado un caramelo a la afición. En la primera salvó al equipo de un descenso casi seguro. En la segunda reunió 50 puntos y coqueteó con Europa hasta el último momento. Y en la tercera, la actual, ha dibujado una trayectoria perfecta en la Copa del Rey, un torneo que conmueve de manera especial al mallorquinismo. Razones suficientes para hacerse un sitio en el corazón de una hinchada que dosifica muy bien su cariño.

Para Aguirre la final del próximo día 6 de abril en Sevilla va a ser tan especial como para el Mallorca. El mexicano, con una amplísima trayectoria en el fútbol español, todavía no ha levantado aquí ningún título y va a poder hacerlo en la segunda final de Copa de su carrera. Hace 19 años (2005) clasificó a Osasuna para el gran partido, pero terminó cayendo en el Vicente Calderón frente a un Real Betis que dirigía, precisamente, Llorenç Serra Ferrer. Un pasaje de su historia particular que él mismo recordaba en la previa del partido contra la Real Sociedad en el Reale Arena intercalando bromas y sonrisas para rebajar una tensión que empezaba a ser notable.

Desde que está en el Mallorca Aguirre se ha tomado muy en serio la Copa del Rey. Poco le ha importado el tamaño del rival o su categoría, porque nunca ha especulado. Ha dirigido 11 encuentros y solo ha perdido uno, el que le apeó la temporada pasada en octavos. Curiosamente, fue contra la Real Sociedad en San Sebastián. El equipo vasco es el único al que no ha derrotado a noventa minutos en la competición como técnico bermellón. Los ocho partidos restantes (Autol, Real Unión, Pontevedra, Boiro, Valle de Egüés, Burgos, Tenerife y Girona) los ha ganado.

Con contrato hasta el 30 de junio y un futuro todavía incierto, Aguirre y su equipo de trabajo quieren seguir disfrutando hasta el 6 de abril de este emocionante camino por la Copa del Rey. Un viaje que ya les ha llevado a ser historia.