Antonio Sánchez y Cyle Larin celebran un gol del Real Mallorca en el estadio de Son Moix. | CATI CLADERA

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El Real Mallorca abre el fuego de la jornada 23 en Primera División enfrentándose al Athletic Club de Bilbao (21:00 horas, Movistar TV) con la intención de no regresar de vacío de un estadio donde puntuar esta temporada es muy complicado. Solo ha ganado el Real Madrid (0-2) y han empatado Valencia y Getafe, a dos en ambos casos. Por lo tanto no se trata de una plaza sencilla para ningún forastero. Se enfrenta sin duda a un examen de altura, a una prueba de fuego el conjunto balear, que sigue sin dar el salto esperado para despegarse definitivamente del furgón de cola y empezar a ver el futuro con más nitidez.

Sin embargo, los de Javier Aguirre tienen la enorme fortuna de ser todavía mucho mejores que los equipos situados por debajo de ellos, que este año sí parecen realmente empeñados en perder la categoría. Almería y Granada lo han puesto muy fácil, al igual que Celta y Cádiz, mientras que el Sevilla está metido en una crisis de tal dimensión que también está plenamente dispuesto a seguir en el barro de la clasificación durante gran parte de lo que resta de curso. En este escenario, solo resta por dar ese paso necesario de ganar un partido fuera de casa y, a partir de ahí, intentar mantener el tipo en Son Moix. Una empresa muy difícil porque el Athletic es un rival poderoso, juega en casa empujado por su afición y Europa es un objetivo demasiado apetitoso como para dejarse puntos por el camino como hizo por ejemplo la pasada jornada cuando empató en el feudo del Cádiz. Llega el equipo bermellón a San Mamés con sus dos refuerzos del mercado de invierno, el lateral Nacho Vidal y el extremo-carrilero Radonjic. La buena noticia también es que puede contar con Samu Costa, víctima de una entrada terrible ante el Betis, que milagrosamente se ha recuperado hasta el punto de entrar en la lista de convocados. Otra cosa es que aparezca o no de inicio en un encuentro de la máxima exigencia en el que no puede haber ninguna duda en el equipo que irrumpa sobre el tapete.

Armado con una línea de cinco atrás cubriendo a Rajkovic, todo indica que Gio, Valjent, Raíllo, Copete o Nastasic y Lato armarán el muro con el que intentar contener las internadas rojiblancas. A partir de ahí Dani Rodríguez, Mascarell, Morlanes y Antonio Sánchez podrían formar en la zona ancha, con Cyle Larin delante. Es una posibilidad, una alternativa entre las múltiples que baraja el mexicano, que para la segunda parte tiene la posibilidad de refrescar piernas con Nacho Vidal, el propio Radonjic y Abdón. Sin olvidar a Muriqi, al que poco a poco le empieza a dar minutos para intentar alcanzar una vez más su estado de forma ideal.

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La próxima semana hay partido de Copa y este queda muy cercano, el martes 6 de febrero. Si bien el técnico indicó con rotundidad que solo piensa en el choque ante el Athletic y que por lo tanto no valora reservar a nadie, el once en San Mamés está mediatizado por la proximidad del encuentro copero. Porque la Copa es la ilusión del curso que se han ganado los jugadores en el campo y que disfrutan los aficionados en la grada, pero la Liga y la Primera División es el principal patrimonio del club y no puede ponerse en peligro y ni mucho menos está garantizada de cara a la próxima temporada.

El Mallorca dispone de la mitad de la puntuación necesaria para garantizarse la permanencia y siempre y cuando los de abajo sigan fallando no ocurrirá nada, pero si reaccionan, es preferible que al equipo bermellón le pille alejado de una guerra que se presume durísima para escapar de la tercera posición del fondo.

Por su parte Ernesto Valverde cuenta con las bajas inesperadas de Íñigo Lekue, Unai Gómez y Adu Ares, lesionados. También habrá que ver como se encuentran Iñigo Ruiz de Galarreta y Alex Berenguer y si podrán o no volver al once. Sea como sea, al Mallorca se lo pondrán difícil.