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El Betis superó (2-0) al Mallorca en Sevilla en un partido polémico, aunque ni el gol anulado al equipo de Javier Aguirre ni la injusta expulsión de Mascarell al filo del descanso pueden justificar ni maquillar una derrota más. El Mallorca totaliza nueve puntos en doce partidos y una sola victoria. Además, el equipo solo ha sumado cuatro puntos de los últimos veintiuno en juego. No estar en posición de descenso es, sencillamente, un milagro.

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La leyenda atribuye a los fotógrafos y a los chicos de deportes el carácter más loco y anárquico de cualquier redacción. En los equipos de fútbol, los porteros y el entrenador son los que tienen la peor fama. Ya saben ustedes que yo era partidario de homenajear a Javier Aguirre, entregarle una gran placa para agradecer los servicios prestados y buscar un relevo en el banquillo. El mexicano demostró su peculiar visión del fútbol, por decirlo de alguna manera, al cambiar de nuevo el sistema y recuperar los cinco defensas. En otra decisión, como mínimo controvertida, situó como titular a Larín, mientras que dejaba en el banquillo a Prats. Raíllo, ya recuperado, fue titular en un intento del técnico por recuperar la solidez defensiva que el equipo exhibió la temporada pasada. Por cierto, me cuesta entender la suplencia de Maffeo y Sergi Darder.

El duelo comenzó de la peor manera, puesto que el Betis se adelantó cuando se habían disputado poco más de cinco minutos. El Mallorca se aproximó con peligro en alguna oportunidad, pero el equipo andaluz fue mejor, aunque no supo traducir su superioridad en goles. La expulsión del centrocampista Omar Mascarell fue injusta, pero no puede maquillar ni justificar otro mal partido. En el segundo tiempo, el Real Mallorca, aunque con diez jugadores, plantó cara, pero no pudo evitar el gol de la sentencia verdiblanca.