Sergi Darder junto a Abdón Prats en el estadio de Son Moix en 2018. | Pere Bota

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Despertaba el mes de julio de 2007 y un niño artanenc de 13 años, que por entonces jugaba de delantero en el Manacor, hacía las maletas para viajar a Barcelona e incorporarse a la cantera del Espanyol para las cuatro siguientes temporadas. Arropado por su familia, determinante en ese proceso de selección que le llevó a optar por los escalafones inferiores del club perico, Sergi Darder Moll acababa de tomar un camino que marcaría su futuro. Su vida. Una carrera deportiva bañada en su propio talento que antes de regresar a su punto de partida, dieciséis años después, también ha circulado por Málaga o Lyon.

Hasta ahora, Sergi Darder solo se había puesto la camiseta del Real Mallorca siendo un crío, para posar en alguna de esas fotos que en los últimos meses se han hecho virales entre la afición rojinegra, o para animar al equipo desde la distancia. Porque no jugó nunca en el club que defenderá como profesional a partir de ahora. Se inició en las categorías inferiores del Artà —compartía equipo con Abdón Prats, un año mayor que él, en ses Pesqueres— y pronto empezó a destacar por su capacidad anotadora: marcó 100 goles siendo benjamín y 57 como alevín. Y justo antes de marcharse dejó una tarjeta de 30 tantos con los infantiles del Manacor. Medía 1,74 y aunque el RCD Mallorca intentó su fichaje por medio de Paco Navarrete y Marcos Martín, no cuajó. A su familia, más allá del proyecto deportivo del Espanyol, le cautivó el hecho de que pudiera vivir en una residencia con todas las atenciones futbolísticas y académicas antes que tener que cubrir a diario el trayecto entre Artà y Palma. «Si las circunstancias hubieran sido diferentes, por ejemplo, si viviéramos en Palma, no habríamos valorado otras opciones que no hubiese sido la del Real Mallorca», comentaba en aquel tiempo Kike Darder, su padre y entrenador del CD Artà. El pequeño Sergi daba el salto en una época en la que sonaban con fuerza los nombres de otros talentos de la factoría isleña, como Emilio Nsue y Dani González Benítez (Mallorca), Biel Company y Mohamed Kamal (Real Madrid), Miquel Mas (Espanyol), Sergio García (Valencia) o Juan Carlos Sánchez (Villarreal).

Sergi Darder, arrodillado tercero por la izquierda y Abdón Prats, primero por la derecha
Sergi Darder (tercero empezando por la izquierda de la fila inferior) en sus comienzos con el CD Artà, en un equipo que entrenaba su padre, Kike Darder (primero por la derecha de la fila superior) y en el que también estaba Abdón Prats (primero por la derecha de la fila inferior).

El siguiente giro de guion en la carrera de Darder se produjo en 2012, con su llegada a la cantera del Málaga. Comenzó en el filial blanquiazul y una campaña después hizo la pretemporada a las órdenes de Bernd Schuster, que como futbolista lo comparó con él mismo, antes de tomar la alternativa en Primera. En Mestalla (agosto de 2013) escenificó el primero de los 67 partidos oficiales que sumó como malaguista tanto con el entrenador alemán como con Xavi Gracia en el banquillo.

La única aventura internacional de Darder tuvo su epicentro en Lyon entre 2015 y 2017. En la Ligue 1 y como futbolista del Olympique coincidió con jugadores como Clément Grenier, Nabil Fekir, Mariano Díaz o Memphis Depay. Conoció la Europa League y descubrió el magnetismo de la Champions.

A la carrera de Darder, que volvió al Espanyol en 2017, ahora para capitanear al primer equipo, solo le ha faltado la guinda de la selección española, de la que se quedó varias veces a las puertas. Su techo en ese sentido fue el escalón anterior, la sub’21, con la que jugó tres encuentros oficiales, los dos primeros con Julen Lopetegui a los mandos y el último de ellos a las órdenes de Albert Celades.

Este viernes Sergi Darder volverá a subirse a un avión para cubrir un vuelo idéntico al de 2007, aunque en la dirección contraria. Le espera el RCD Mallorca. Empieza otro gran reto en su carrera.

El apunte

El jugador le dijo «no» al Barcelona

Uno de los equipos que ha tentado al futbolista ha sido el Barça, que pretendía su fichaje. Sin embargo, el jugador entendió que habiendo ostentado el puesto de capitán del Espanyol debía ser honesto y rechazar la propuesta, como así hizo.