Los jugadores del Real Mallorca celebran la victoria contra el Cádiz del pasado viernes en el estadio de Son Moix. | Miquel Àngel Borràs

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Archivada la trama de la permanencia —la derrota del Espanyol contra el Barcelona ya lo asegura matemáticamente—, el Mallorca tiene cuatro jornadas por delante para levantar la barbilla y mirar hacia arriba. Cómodamente acampado en el sector central de la Liga y observando desde la distancia la carrera por la supervivencia, el equipo de Javier Aguirre está ahora empadronado mucho más cerca del cielo que del infierno. Tanto, que tiene a solo cuatro puntos de distancia la plaza que da acceso a la próxima edición de la Conference League. Una meta que ni se contemplaba en las previsiones iniciales, pero que se podría atravesar si se dan una serie de condicionantes y si se recopilan la mayor parte de esos puntos que todavía quedan en juego.

Al Mallorca la posibilidad de pelear por Europa le ha caído del cielo sin esperarlo. De hecho, era una posibilidad que, aunque se divisaba a lo lejos durante algún tramo concreto, había quedado prácticamente descartada hasta esta jornada. Hasta la victoria contra el Cádiz, los bermellones habían sumado solo un punto de los nueve anteriores y parecía que el equipo iba a quedar varado en tierra de nadie, alejado de cualquier objetivo por arriba y por abajo. Sin embargo, los tres puntos de esta fecha y su combinación con el resto de resultados han dejado la puerta abierta. Otra cosa es que al club le interese cruzarla.

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La situación es simple. La séptima posición, que lleva directamente a la tercera competición continental después de que el Real Madrid ganara la Copa del Rey, la ocupa en estos momentos el Girona con 48 puntos, cuatro más de los que tiene el Mallorca en la cartera. Una distancia recuperable en cuatro encuentros, aunque sea sin demasiado margen de error. La gran traba con la que se encontraría el Mallorca si quisiera subirse al tren de Europa es la oposición de los otros aspirantes. Equipos como el Sevilla, el Athletic, Osasuna o el Rayo Vallecano, que ganando el partido de este lunes contra el Betis sería el que ocupara ese séptimo puesto y el que estiraría un poco más las diferencias.

Para el Mallorca, que se clasificó por última vez para Europa en 2010, pero que no compite en el viejo continente desde 2004, la senda hacia el séptimo puesto le obliga a sumar todo lo que pueda en estas tres últimas semanas que restan para consumir del todo el calendario. La primera parada le llevará hasta Almería (sábado, 18.30 horas) para jugar un encuentro que hace unos meses parecía fundamental para salvarse y que ahora llega totalmente desequilibrado. Para los andaluces, incapaces de alejarse del fuego, será vital. Los rojiblancos han sumado en casa 29 de los 37 puntos con los que cuentan, y tratarán de acercarse en su salón a la tranquilidad.

El segundo de los cuatro partidos que faltan por tachar también podría tener que ver con la permanencia, ya que el Mallorca recibe al Valencia (jueves 25 de mayo, 19.30 horas). En cualquier caso, eso dependerá del próximo resultado del conjunto che, ya que si el fin de semana gana al Real Madrid en Mestalla también habrá dado un salto importante. Si el Mallorca llega con opciones de renovar el pasaporte a las dos últimas jornadas tendrá que apurarlas contra el Barcelona en el Camp Nou (domingo 18 de mayo, 19.00 horas) y contra el Rayo Vallecano en Son Moix (domingo 4 de junio, 19.00 horas). Europa sigue ahí.