Imagen de las gradas del Palau d’Esports de Son Moix, en la noche de este sábado. | Laura Becerra

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Ha costado y la penitencia ha sido dura y dolorosa, pero al fin, el público pudo volver en un número más que aceptable a Son Moix. Tras partidos en silencio, a puerta cerrada, con aforos muy acotados, en familia, la nueva normalidad reinante en Balears tras la pesadilla de la COVID devolvió al Palau la imagen de sus mejores noches.

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No estaban todos los que hubieran querido. Pero 3.200 almas dieron color a la grada y aliento al equipo de Vadillo, siendo piezas claves en el triunfo del Palma Futsal ante el vigente campeón. Un Barça al que se le había tomado la medida en la pretemporada y que anduvo a años luz de los isleños, que no renuncian a nada en una temporada que arranca con algo más que buenas vibraciones.

Además del (gran) resultado, de la visita del todopoderoso Barça y del inicio de la temporada, la noticia el sábado por la noche estaba también en la grada. La que volvió a rugir, a vestirse de verde y a disfrutar de un equipo que engancha, que pese a la pandemia ha sabido defender y conservar una masa social que es uno de los grandes activos de un proyecto que no para de crecer. Y que sueña con alzar un título como colofón al largo camino que inició en su día el recordado Miquel Jaume. Este domingo tocó disfrutar otra vez del mejor fútbol sala. Gracias a la nueva normalidad. Bendita normalidad...