Anastasiya Sokolovska posa en el Soul Boxing de Palma donde entrena a diario buscando la perfección. Aquí se forja una campeona. | Miquel Alzamora

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La humedad rompe los huesos y el simple hecho de aparcar con la ventanilla abierta del coche te abre los poros de la piel, que de forma incontrolable empiezan a sudar. Pero toca entrenar, enfundarse los guantes, ajustarse la cintas y golpear al saco. Desde hace muchos años esta es la vida de nuestra protagonista, la púgil mallorquina Anastasiya Sokolovska (Soul Boxing). Con cinco años llegó a la Isla y ahora con 29 ha logrado agarrar una medalla de oro que acredita la lucha, el esfuerzo, la persistencia y el trabajo de días y días buscando la perfección.

Nació en Rivne (Ucrania, 1994), pero a los pocos años llegó a la Isla y de todos los deportes que practicó, sucumbió al encanto del ring. Fue creciendo y perfeccionando su clase y Ucrania le reclutó al tener noticia de su talento. En 2012 fue bronce en el Europeo júnior en 69 kilos (peso welter), aunque bajo bandera ucraniana. Con el paso de los años fue más difícil poder administrar recursos y tiempo e inició los trámites para tener la nacionalidad española, algo que consiguió hace poco, pero que le supuso dejar de competir con la selección.

Sin embargo, siguió entrenando con tesón sabiendo que su momento llegaría. Y llegó en el campeonatos de España Élite de boxeo disputado en Melilla donde se colgó el oro defendiendo la participación de la Federación Balear. «El año pasado conseguí la plata y ahora el oro. Es un paso importante en mi carrera. Ahora Rafa Lozano, el seleccionador español ya puede contar conmigo para las siguientes competiciones. Tocará ir a las concentraciones que me llame el seleccionador y seguir adelante», explicaba la deportista, que tiene los Juegos de 2024 en su punto de mira. Anastasiya recuerda cómo fueron sus inicios y cómo le mediatizó no poder ser seleccionable por España. «Empecé con 15 años como un hobby. Ucrania me fue llamando, pero con el paso de los años era muy caro ir y venir y me centré en entrenar aquí. Tardó mucho el trámite en poder conseguir la doble nacionalidad y entre una cosa y otra perdí casi cinco años sin participar en competiciones con España. Ahora toca recuperar el tiempo. Nunca es tarde», asegura la boxeadora, que si algo rebosa es entusiasmo y optimismo.

«El gran objetivo es vivir el sueño olímpico. Ahora mi día, desde el año pasado, es entrenar cada día, solo me dedico a esto a preparar las copeticiones, el futuro. Llevo dos Copas Iberdrola, que son competiciones de mucho nivel donde solo pueden acudir las medallistas que hayan logrado oro o plata en campeonatos de España», relataba Anastasiya.

En el deporte profesional convivir con la presión es clave y la boxeadora lo sabe. «La presión siempre está presente. Cuando salto al ring es como si fuera mi primer combate. Como si saltara en paracaídas. Subes ahí arriba y te quedas sola. Hay que convivir con eso, con la tensión, saber pasar hambre, comer bien, dormir poco, en ocasiones. Toda la vida gira en torno a esto. Mi juventud ha sido el gimnasio, todos los días. Primero entrenar y después el resto, pero mi prioridad ha sido el boxeo», explica la deportista.

La joven lanza una clara defensa de la disciplina que practica. «El boxeo no es irnos a matar, es cuestión de ir a hacer puntos, muy técnico. No es violencia, el boxeo olímpico es pura técnica».
A partir de ahí siempre toca dar pasos adelante. «En boxeo siempre hay que mejorar y después de trece años me faltan cosas por aprender. El paso al profesionalismo es posible, pero primero quiero luchar por los Juegos ya que en ésto último tengo los años contados. Nunca me imaginé que llegaría a este nivel», afirma.

La campeona de España se acuerda de quién ha sido clave en su carrera deportiva. «Empecé con Marta Sagrado, que fue mi primera entrenadora y ahora es Ángel Lorente, el dueño de Soul Boxing, que ha sido campeón de España, ha militado en la selección y me ha demostrado su valía y lo será hasta que me eche o me retire», asegura Anastasiya cuyo futuro es más que prometedor.