Marco Rivera posa para este diario en las piscinas de Son Hugo. | F.Fernández

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Fue el primer nadador español en bajar de los quince minutos en la prueba de fondo por excelencia, pero precisamente en Son Hugo, donde creció, casi catorce años después ha visto cómo su icónico registro de 14:57.47 (Roma, 2009) era rebasado por Carlos Garach y por apenas 24 milésimas (14:57.23). «Me ha dado un poco de pena, porque le tenía cariño, por haber sido el primero en España. Pero el deporte evoluciona y algún día tenía que pasar», recuerda con una amplia sonrisa Marco Rivera Miranda (Palma, 1983).

De nadador de élite (1999-2011), doble olímpico y plusmarquista nacional en varias distancias, pasó a los despachos como presidente de la Federación de Natación de la Comunitat Valenciana (FNCV), cargo que ostenta desde 2018. A ello, ha unido en este último ciclo su cargo como vicepresidente deportivo de la Real Federación Española de Natación desde 2020, uniéndose al equipo de otro mallorquín como Fernando Carpena.

Antes, y una vez abandonado el deporte de alta competición, se labró un futuro seguro, graduándose en Publicidad y Relaciones Públicas y logrando una plaza en el departamento de Servicios a Bordo de Renfe, donde extendió su vocación profesional. «Pasé cinco años en Madrid y Murcia, pero ahora me he instalado en Valencia, tengo una familia y gestionar una territorial supone todo un desafío, más con el peso de la valenciana», comenta Marco.

Marco Rivera, durante el encuentro con este diario. Foto: F.Fernández

Durante un ciclo en la FNCV, destaca la labor de recuperación y saneamiento económico, «doblando subvenciones, potenciando el waterpolo y la natación, además de abrirnos a la tecnificación, con un centro de perfeccionamiento en Cheste», explica el doble olímpico (Atenas 2004 y Pekín 2008), que trabaja de la mano de un viejo conocido como Fernando Gómez-Reino, situado al frente del área de natación de la RFEN. «Conoce bien este deporte, su funcionamiento, y la experiencia que posee es una garantía», admite al respecto.

Al volver a Mallorca, donde se hizo como nadador, recuerda el peso de una instalación como Son Hugo. Y la tradición de mediofondistas y fondistas en la Isla. «Siempre salen buenos nadadores, aunque creo que tenemos que dar más opciones a los nadadores para profesionalizarse. Ahora, es un deporte más vocacional, hay menos seguridad y es lo que se necesita para entrenar y competir con más garantías de éxito todavía», comenta sobre su ideario del deporte de élite en el presente.

Ha aprendido a moverse al otro lado del escenario, fuera del agua y en los despachos, viendo claro que «no tiene nada que ver nadar o competir con dirigir. Por eso, creo que un directivo que ha vivido en primera persona el alto rendimiento puede entender mejor las necesidades de los deportistas», explica, dejando claro que «haber sido internacional, te da una visión más amplia para ayudar y saber qué necesitan los deportistas. Incluso para darle otro enfoque y potenciar nuestras competiciones», añade Marco Rivera.

Sobre su relevo y el fenómeno Garach, nuevo plusmarquista nacional de 1.500, su distancia fetiche, el ahora vicepresidente de la RFEN tira de nostalgia y memoria, barriendo para casa. «Recuerdo que (Rafael) Escalas marco una época. Yo nací veinte años después y Carlos Garach, otros veinte después. Cuarenta después de Escalas…», refiere. Y espera «que pueda bajarlo y llegar a una marca con la que pueda nadar una final en un Mundial», lanzando un guiño a la Isla, «pues ojalá pueda haber otro mallorquín en el fondo a ese nivel, porque hemos sido escuela», afirma con nostalgia.

Rivera sonó como posible alternativa a Fernando Carpena en la presidencia de la RFEN, pero su foco está puesto en «sumar, ayudar y aprender. Es una federación muy grande y todos tenemos que dar lo mejor para que siga creciendo, solidificando su estructura y cosechando resultados, que son fruto del trabajo», refiere Marco, que ahora ha encontrado en su nueva faceta como dirigente una motivación para seguir ligado al deporte que se lo ha dado todo.