Xavier Ferriol con sus cinco medallas. | Jaume Morey

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El policía local de Palma Xavier Ferriol, de 47 años, empezó a nadar a los seis porque su hermana tenía asma. «En aquel entonces los pediatras enviaban a todos los niños a nadar por cualquier cosa. ¿Te duele la espalda? Natación. ¿Tienes asma? Natación. ¿Eres hiperactivo? Natación». El agente quería jugar a fútbol, pero su madre, por no aguantarlo desde la grada, le dijo que también nadaría, como su hermana. «Realmente la natación es un deporte muy aburrido. No puedes hablar, sólo ves baldosas y poco más».

Ferriol ha vuelto hace unos días de los Juegos Mundiales de Policías y Bomberos de Rotterdam (Holanda) con cinco medallas en natación: un oro, dos platas y dos bronces. Es el segundo evento con mayor participación a nivel mundial por detrás de los Juegos Olímpicos. Más de 10.000 deportistas asistieron a esta competición, entre los días 22 y 31 de julio, de más de 60 países.

Reto

El policía dejó la natación competitiva a los 15 años para centrarse en el waterpolo y jugó hasta los 41 en el Mallorca Waterpolo Club. La última vez que compitió en natación fue en los Juegos Mundiales de Policías y Bomberos en Barcelona en 2003. «Hice buenas marcas, pero había demasiado nivel», recuerda. Llevaba 19 años sin competir y no tenía claro si podría viajar a Rotterdam. «Tuve la suerte de encontrar a mi entrenador, Miquel Coll, y aceptó el reto de ponerme a punto».

El policía local de Palma, a la izquierda, durante la competición.

Empezó a entrenar tres días a la semana en el Club Natació Inca, perdió grasa y le cambió la musculatura. «Los cuatro primeros meses fueron muy duros al no estar acostumbrado a este tipo de entreno de alta intensidad», admite. «Se me hacía bastante duro, pero aguanté la embestida». En los Juegos Mundiales tuvo dificultades a la hora de encontrar comida saludable. «Había mucho kebab y pizzerías, pero al final encontré a una mujer china que nos hacía pollo con arroz blanco y nos nutríamos de eso». Conseguir las cinco medallas supuso una alegría y representar a la Policía Local de Palma fue un orgullo «porque a pesar del hostigamiento que ha sufrido está llena de profesionales que cada día se implican e intentan dar el mejor servicio público que pueden», concluye el agente 0710.