Sinto Bestard, en una imagen de archivo. | ultimahora.es

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Los nubarrones que se ciñeron ayer sobre la Isla empezaban a teñir de luto una Bahía cuya imagen era reflejo de la tristeza que impregna la vela balear tras la muerte de Sinto Bestard, que falleció ayer de forma repentina a los 83 años de edad tras una vida ligada al mar. La vela en general y la navegación transoceánica en particular pierde un gran referente que acumuló travesías alrededor del globo, coleccionó cruces del Atlántico en su historial e hizo historia llegando a la Antártida, donde clavó la bandera mallorquina y donde asegura haberse bañado desnudo.


Nacido en Palma en 1931, fue en Can Barbarà y la Portassa donde siendo un crío descubrió su pasión por el mar y la navegación junto a su pandilla, aunque su prometedora carrera profesional le obligó a poner tierra de por medio con el que ha sido históricamente su hábitat natural. Trabajaba en el Banco de España y, tras una oposiciones, se convirtió en inspector de banca, lo que le obligó a trasladarse a Madrid.

Un problema de retina y el agravamiento por una negligencia médica provocaron que se quedara ciego con 41 años. A partir de ahí se incorporó a la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), que es como la conocemos por su labor y la de Miguel Durán. Ser ciego no le impidió seguir trabajando y mucho menos separarse del mar, así que tras estructurar la parcela económica de la ONCE, se lanzó a disfrutar de su gran pasión. Su ejercicio de superación constituye hoy un ejemplo para los invidentes y para la vela, donde jamás encontró límites recorriendo los enclaves más peligrosos y mágicos que ofrece el mar.

El ‘Snooty fox’, un Oyster de 55 pies que compró tras vender una finca que había adquirido, iba a convertirse en la embarcación a bordo de la que firmaría sus mayores gestas, pero, sobre todo, sería el velero donde sentía una autonomía especial y disfrutaba también con los suyos. Comparten su pasión por la vela sus nietos y sus seis hijos y junto a uno de ellos, Rafael, dio la vuelta al mundo en un reto que habían planificado con mimo. Rafael, esposo de la delegada del Gobierno, Teresa Palmer, es el patrón del ‘Snooty Fox’ (zorro presumido en inglés), testigo de su histórica vuelta al mundo por etapas o su viaje a la Antártida en 2004. Su intuición y su conexión con el mar guiaban sus pasos en un medio del que disfrutaba con amigos.

«Era una persona excepcional que supo sobreponerse a su discapacidad y disfrutar de la vida», asegura Biel Morell, un íntimo amigo que compartió multitud de travesías con Sinto Bestard. «Fue un hombre divertido y una maravilla de navegante, muy exigente con sus tripulantes» relataba Morell en una nota hecha pública por el Real Club Náutico de Palma (RCNP), del que era sorio.

El presidente del RCNP, Javier Sanz, por su parte, se refirió a Sinto Bestard como «un gran marino y un ejemplo de superación». «Con él se nos va un referente y uno de los socios más ilustres y reconocibles del club; siempre le recordaremos, no sólo por lo que hizo como navegante, sino también por su carácter y la manera en que nos hizo vivir como propias sus aventuras alrededor del mundo», añadió Javier Sanz.
El último acto público de Sinto Bestard tuvo lugar el pasado 10 de octubre de 2013, cuando ofreció una conferencia en el Real Club Náutico de Palma junto a su hijo Rafael y los otros navegantes recreativos mallorquines que han conseguido dar la vuelta al mundo –Toni Nicolau, Guillem Martí y Xisco Estarellas–, a los que les unía una buena amistad y con los que compartía una admiración recíproca.