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Pisó la Isla por primera vez en enero de 2000, con sólo 18 años, tras un par de apariciones esporádicas con el Real Madrid y una fama de indomable que se ganó en una cesión efímera al Espanyol. Hoy, cuatro años y siete meses después de estrenar sus botas en Son Moix, Samuel Etoo Fils (Nkon, 1981) regresa al escenario de sus grandes batallas, a su casa, a un estadio que fue testigo de la evolución del mejor jugador que jamás haya vestido jamás la camiseta del Real Mallorca.

Más allá de sus 70 goles en los 165 partidos oficiales que disputó con la casaca rojinegra, de ser el máximo realizador del Mallorca en Primera (54 goles) y en competición europea (7), la huella que dejó Samuel Etoo en la isla es imborrable. Su magia aupó al club balear hasta la cumbre de su historia en cuatro temporadas y media de lujo, casi un lustro que empujó al equipo isleño hasta una histórica participación en la Liga de Campeones, a la mejor clasificación en la nobleza y a la conquista del trofeo que preside el museo de la SAD balear: la Copa del Rey. La Copa de Etoo...

Todo comenzó el 20 de febrero de 2000. El Mallorca recibe al Celta. Fernando Vázquez convoca por primera vez a un chaval espigado, flaco y con aspecto despistado que responde al nombre de Samuel Etoo. Cedido por el Real Madrid en el mercado invernal, se incorpora al Mallorca con varias semanas de retraso por la disputa de la Copa de Àfrica con Camerún. El equipo isleño, situado en la zona media baja de la clasificación, no halla la fórmula para derribar el muro céltico. Entonces, el técnico gallego se gira a su derecha y manda a calentar al recién llegado.