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Efe|LISBOA
Una explosión de euforia se adueñó anoche de las calles y plazas de Portugal, donde el último tanto anotado por el portero Ricardo en la tanda de penaltis, que valió la clasificación para semifinales de la Eurocopa, fue coreado por miles de gargantas al unísono. «Un «gooool» potente y sonoro resonó en la noche, donde antes reinaba el más absoluto silencio, mientras la afición portuguesa seguía las incidencias del partido de cuartos de final emocionada y espectante.

Sólo unos minutos después del encuentro, disputado en el estadio lisboeta de La Luz, y como ya sucediese en el último partido de la primera fase contra España, miles de aficionados lusos se echaron a la calle para festejar de modo ruidoso el éxito de su selección. En coches, motos o a pie, haciendo sonar las bocinas, ondeando banderas, pañuelos o bufandas con sus colores, los portugueses reaccionaron al unísono en todo el país para expresar la alegría colectiva. Mientras los aficionados, tanto portugueses como ingleses, abandonaban el estadio en orden, familias enteras salían de sus casas en numerosas localidades, y sobre todo en Lisboa y Oporto, para concentrarse en plazas y lugares públicos y mostrar su satisfacción.

Con el estadio lisboeta de La Luz como epicentro de la alegría colectiva de todo un pueblo, una onda de satisfacción y orgullo se expandió por todos los confines y miles de jóvenes comenzaron a recorrer en grupos, en su mayoría motorizados y ruidos, las arterias del país. Las banderas, que durante los últimos días ocupaban los lugares más insospechados, desde ventanas, balcones, automóviles o motos, hasta barcos de pesca o escaparates, pasaron a manos de la gente que gritaba.