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La ambición por volver a ser el número uno del mundo ha llevado de nuevo a Carlos Moyà a Wimbledon. El tenista mallorquín regresa a la hierba, una superficie que históricamente le es esquiva, para tratar de exprimir sus opciones y, así, escalar otra vez a lo más alto de la lista ATP. No estará sólo en su estancia en Londres. Nuri Llagostera, que se clasificó para el cuadro final tras superar la fase previa, también debuta hoy. La cita podría haber sido histórica (tres mallorquines en un Grand Slam), pero Rafael Nadal ha preferido no forzar su regreso.

Pero en la final de la Copa Davis del año pasado, Carlos Moyà se convenció de que también puede jugar bien sobre hierba. Sumó el único punto del equipo español tras superar a Mark Philippoussis y muchos pensaban que también hubiera ganado a Lleyton Hewitt en el quinto partido. Esta metamorfosis se debió principalmente a la preparación del equipo en Melbourne, en el que jugó un papel muy importante Tati Rascón.

Perderse el Open de Australia por una lesión en su tobillo derecho y los magníficos resultados que ha cosechado en la primera mitad de la temporada, han provocado que Carlos Moyà trastocara sus planes. En sus participaciones previas, el tenista mallorquín nunca había superado la segunda ronda, y acostumbraba a tomar estas semanas de descanso para encarar en las mejores condiciones la segunda parte de la temporada de tierra batida.