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El Mallorca B se ha sumergido en arenas movedizas. A falta de cinco encuentros para alcanzar el ecuador del curso, el segundo equipo bermellón sigue distante y todavía no ha conseguido arrancar. Frío en resultados e intermitente en su juego, el bagaje del filial se resume hasta el momento en tres victorias y tres empates, un balance insuficiente para un grupo dirigido a la formación de futbolistas, pero también orientado a la permanencia de categoría. El del Mallorca B es el peor inicio de campeonato desde que se produjo su descenso a Segunda B y hasta el momento, nunca había tenido tantos problemas en la primera parte de la competición. En la campaña 2000-01 y tras catorce jornadas, el filial era noveno con 21 puntos y un año más tarde y formando parte del grupo IV, era también penúltimo pero contaba un punto más en su casillero. El año pasado y bajo la batuta de Llompart, los rojillos ocupaban el puesto 17 con quince puntos en su cuenta corriente. Varias circunstancias e inconvenientes han minado la confianza del equipo y están poniendo a prueba su capacidad de supervivencia.

La juventud unida a la falta de experiencia está jugando una mala pasada a los chicos de Toni Cazorla. Después de dos temporadas caminando sobre el precipicio, el equipo se recicló de forma importante esta temporada y levantó la persiana de un nuevo ciclo construido sobre los futbolistas procedentes del equipo juvenil. Al plantel le sobra calidad, pero en ocasiones carece del oficio necesario para moverse con soltura en un grupo en el que abundan los equipos rocosos y en el que buena parte de los jugadores están de vuelta. Se trata de un problema sin solución a corto plazo que unicamente se alivia con partidos.El conjunto balear acusa serias lagunas de concentración en momentos puntuales y eso le ha costado ya una importante cantidad de puntos. La tendencia a bajar la guardia en momentos decisivos y la falta de tensión ante determinadas situaciones se ha convertido en uno de los principales frenos en la ascensión clasificatoria. El técnico trabaja a conciencia para solventar este factor, pero su campo de actuación en este terreno está limitado. Los desplazamientos constituyen la principal pesadilla de un filial que parece evaporarse cada vez que sale de la Isla. La última muestra de ello se produjo el domingo ante el Palamós, donde el grupo no supo aprovechar los problemas de su rival para deshacerse de un lastre demasiado pesado. Lejos de Palma, los isleños sólo han sido capaces de sumar un punto y además éste llegó en el transcurso de la primera jornada -Espanyol B, 0-0-. Desde entonces, seis salidas y seis derrotas.