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El Real Mallorca eligió un buen día para resucitar y de esta forma ganó al Espanyol en uno de esos encuentros milagrosos que suelen darse una o dos veces por temporada y donde se saca partido de los errores del rival. Perdonó el once de Flores y machacó cuando debía el equipo de Kresic.

Ayer ayudó todo. El público, los postes, la calidad de Luque, el mal de ojo de Tamudo. No faltó de nada y los puntos sumados motivan que la calma vuelva a la Isla y a Son Moix. Los primeros compases del primer tiempo invitaron al optimismo. El Mallorca era mejor que el Espanyol, jugaba con criterio, llegaba por las bandas y sin necesidad incluso de meter la quinta, los de Kresic anulaban casi por completo a un equipo, el de Paco Flores, que no tenía recursos ni para frenar al cuadro rojillo ni tampoco para hacerle frente.

La lógica indicaba que el gol tenía que llegar y éste llegó antes del minuto treinta. Nadal lanzó una falta al borde del área, lo hizo mal pero el rebote fue de nuevo a sus pies y jugando al primer toque entre el propio central, Robles y Marcos, la pelota llegó a Etoo que no perdonó y situó el cero a uno.

El buen juego suele dar buenos resultados y el que mejor jugaba era el Mallorca y se merecía ir por delante. Sin embargo el Real Mallorca es un equipo que, al faltarle un líder que marque los tiempos de partido, suele tomarse el lujo de sestear de vez en cuando y ahí los rivales cobran fuerza. Los de Flores empezaron a mover, aunque sólo movían lo justo, pero aún así Tamudo consiguió aprovechar un balón centrado al segundo palo para fusilar a Franco. Dentro de lo malo, el empate era lo mejor ya que el propio Tamudo, dos minutos después de marcar, regaló la pelota a Leo Franco en un mano a mano donde los delanteros, lo más normal, es que marquen.

Tras la reanudación llegaron los momentos más vibrantes del encuentro. Se veía fútbol y, sobre todo, se veía a dos equipos con ganas de ganar. Había espacios, toque de balón y ritmo. A medida que transcurrían los minutos el Espanyol jugaba con más descaro y al final de este segundo tiempo, los de Flores llegaron a fallar hasta seis ocasiones claras de gol. Marcos, en una acción brillante, asistió al más puro estilo Laudrup a Luque que, en el interior del área, cruzó ante la salida desesperada de Argensó.