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El campo municipal de deportes de s'Arenal recibió ayer la agradable visita de María Vasco, primera medallista olímpica de la historia del atletismo español.

La deportista catalana, que en Sydney logró colgarse la medalla de bronce en la prueba de 20 kilómetros marcha, vive el tramo más dulce de su trayectoria deportiva y tuvo tiempo para referirse al momento estelar de su carrera, aunque confesó, que cuando cruzaba la línea de meta no era consciente de lo que significaba esa tercera posición. «Lo cierto es que al atravesar la llegada estaba eufórica con el tercer puesto, pero era incapaz de plantearme que suponía la primera medalla para el atletismo femenino. Espero que sea un aliciente más para la juventud y a la vez que sirva de impulso a la marcha atlética en el país, sirva también para que los jóvenes practiquen el deporte», subrayó.

Para lograr el ansiado metal la marchadora tuvo que pagar un alto precio basado en el trabajo de muchos años, pero sin embargo éste resultó reconfortante: «La verdad es que merece la pena. La marcha es mi trabajo y debo emplearme al máximo para estar en la elite, aunque 20 kilómetros tal vez sean demasiados y eso exige un esfuerzo tremendo».

Para María Vasco, que asegura seguir siendo la misma de siempre, el fracaso olímpico no fue tal, ya que «tanto las medallas como el gran número de diplomas logrados dicen mucho en favor del deporte nacional».