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Olmos no ha buscado excusas. El día después del naufragio en Tenerife fue digerido con resignación por el Bàsquet Inca. Técnico, jugadores y la propia representación de la directiva que acompañó al equipo en el pabellón insular Santiago Martín coincidieron a la hora de señalar que todo salió mal en un partido que adquirió una dimensión casi impensable. El cuadro mallorquín asumía el partido convencido de sus posibilidades, incluso la estadística le concedía argumentos válidos para elucubrar entorno a un nuevo éxito, pero la realidad fue diametralmente opuesta. Fue la noche de las muñecas de madera.

El Inca firmó porcentajes para el sonrojo y acabó humillado por un Tenerife Canarias infinitamente superior en todas las facetas del juego. «Lo que ha ocurrido no es normal y debe considerarse un accidente. A lo largo de la temporada siempre hay un partido en el que todo te sale mal y a nosotros nos tocó en Tenerife. Jugamos ante un gran equipo, pero es obvio que lo hicimos por debajo de nuestras posibilidades», significó al término del encuentro el presidente Sebastià Penya, que vivió una pesadilla en su primer partido como máximo responsable de la gestora inquense.

Olmos también atribuyó la derrota a un simple cúmulo de despropósitos y declinó cualquier posibilidad de criticar a sus jugadores. «Nadie estuvo bien, pero no es normal que siendo uno de los equipos más anotadores de la competición no pasemos de 44 puntos. Nuestros porcentajes fueron lamentables. El Tenerife es un gran equipo, pero la diferencia de puntos que arrojó el partido no es real. No somos tan malos y lo único que se puede hacer es olvidar lo que ha ocurrido y seguir trabajando».