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Pep Miquel Arbúcies asume el reto de levantar al Bàsquet Inca. El técnico mallorquín ha aceptado la propuesta vertida por el presidente Rubert y ocupará la vacante dejada por el despedido Jaume Ventura. Arbúcies, que esta tarde será presentado en sociedad, formará equipo de trabajo con Joan Mateu Canyellas, actual director técnico de la entidad y que casi con toda seguridad ejercerá funciones de auxiliar.

Considerado en el entorno inquense como un hombre de la casa, no precisa excesivas presentaciones. Su pizarra es responsable de los mayores éxitos deportivos de la entidad. El campeonato de Segunda División y cuarta posición en la conferencia Este de la Liga EBA son la mejor tarjeta de presentación de un entrenador que durante las tres últimas temporadas ha trabajo a la sombra de Fernando Merchante (96/97) y el propio Jaume Ventura (97/98 y durante todo el primer tramo del actual curso).

Ahora recupera los galones, pero lo hace en una tesitura repleta de condicionantes: un equipo poco trabajado y hundido en la clasificación, un plantel diseñado bajo un patrón muy particular y también con un entorno tan irritado como desencantado. Arbúcies no ha ocultado los principales aspectos de su tratado de intenciones y el principal objetivo es rearmar anímicamente al equipo. «El Bàsquet Inca está tocado; es algo lógico dada la situación en la que se encuentra. Es el colista del grupo, sólo ha ganado dos partidos y cualquier equipo con estos números está abatido», significó el nuevo entrenador en declaraciones efectuadas a Última Hora Radio.

Despido por escrito
El presidente Joan Rubert fue el encargado de comunicar personalmente a Jaume Ventura su destitución. El encuentro entre el mandatario y el catalán fue breve, aunque Ventura se apresuró a exigir con rapidez que el club le diera constancia de su despido por escrito. Rubert abandonó la reunión y minutos después el directivo Antoni Llabrés le entregó la carta en cuestión. Ventura no ha perdonado un duro y percibirá todo su contrato.