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Bàsquet Inca se desprendió por una noche de la etiqueta de eterno perdedor que le ha colgado su técnico desde que se abrió el curso y se tomó un respiro ante el Orense, un equipo que pasea la mejor nómina de jugadores de la Liga pero que no juega a nada. Tiene mucho y de todo el conjunto gallego, pero le falta manual y un base capaz de interpretar el guión. Dormió la cita el conjunto mallorquín y se aferró al trabajo de Alberto Alzamora y a la clarividencia de Michael Jennings y Nacho Castellanos para descoser a un Orense que subsistió gracias a las penetraciones de Jaume Morales y a las esporádicas apariciones de Ray Smith.

Los cambios defensivos del Bàsquet Inca metieron al Orense en un laberinto que Valdeolmillos nunca supo descifrar. Tampoco fue el día de Carlos Dicenta, que lo falló todo cuando el partido estaba abocado a decirise en un cara o cruz. Una falta antideportiva de Castellanos a falta de diez segundos para el final (79-74) sobre el propio Dicenta abrió la puerta de la prórroga al conjunto visitante, pero nada de nada. Bàsquet Inca había impuesto su orgullo durante un buen puñado de minutos y no merecía otro premio que la victoria. El Palau se frotaba los ojos.