El boxeador mallorquín David Quiñonero se ejercita durante una sesión de entrenamiento en las instalaciones de su club, el Motorcity. | Joan Torres

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La historia brinda al boxeo balear una oportunidad irrepetible. Y lo hace de uno de los mejores púgiles que ha conocido esta tierra en las últimas décadas. Poseedor de un récord que pone los pelos de punta (27-0, 26 KO), David Quiñonero afronta en plena madurez de su carrera deportiva un combate que marcará un punto de inflexión en su dilatada trayectoria.

El que fuera defensor del título mundial Plata del Consejo en el peso crucero viaja esta semana rumbo a Bamberg (Alemania). Allí le espera el enfrentamiento con el que lleva soñando muchos años. Superada su lesión y operación en el hombro izquierdo (rotura del tendón subescapular, supraespinoso y del tendón del bíceps), David Quiñonero (Motorcity) trabaja junto a su hermano Kiko y a Umar Brito para pulir los últimos detalles.

No en vano, delante tendrán a otro auténtica trasatlántico de los cuadriláteros. El polaco Mateusz Masternak (27-0, 20 KO) le aguarda el próximo 15 de septiembre con el mismo objetivo que el isleño: la victoria. Ese resultado le vale a su poseedor el convertirse en aspirante al título mundial del peso crucero, aunque todavía falta por definir si sería el del Consejo (WBC) o la Federación (IBF).

«Ha sido una recuperación lenta. No en vano, es una lesión que ha provocado la retirada del 85% de los deportistas que la han sufrido», explica Quiñonero, quien tiene claro que a Alemania sólo puede ir a aspirar al máximo. «Allí, ganar a los puntos es casi imposible. Y a estas alturas, me da igual perder a los puntos que por KO. Mi único registro es ir a noquearlo, desde el primer segundo», advierte.

Tan claro lo tiene David que desde hace meses «visualizo a Masternak en el suelo». De su oponente dice que «es muy técnico, pero en este punto, todos son buenos, muy buenos». Eso sí, deja claro que no cree «que el combate llegue al final -está pactado a diez asaltos-. Si alguien ganar, será por KO».

Pelear fuera de casa, con el ambiente en contra es algo que motiva a Quiñonero, cuya última aparición fue el 17 de septiembre de 2011 (ganó por KO a Jomardashvili).

La inferioridad de condiciones en la que los púgiles españoles comparecen supone un hándicap añadido. «Boxeadores como Masternak empiezan con el mejor promotor, con más medios. En mi caso, y el de muchos españoles, llegamos aquí a base de esfuerzo, paciencia y perseverancia», dice, a la vez que lamenta la «poca repercusión mediática del boxeo en España. En Alemania, Gran Bretaña o Estados Unidos, yo viviría sólo del boxeo, pero en España soy un semiprofesional luchando por un título mundial. La dedicación deportiva es profesional, pero la repercusión económica es de amateur».