Procesión del Jueves Santo, paso de la Verge de l'Esperança (foto G. Valero, 2010).

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- Buenos dia, Vell Professor, ya estamos en Semana Santa. Antes de poner vacaciones, díganos el origen de esta gran procesión del «Dijous Sant» que se celebra en Palma.
- Sí, la procesión del Jueves Santo en Palma, cuenta con una gran participación y se sigue con gran devoción y solemnidad, como marca el respeto a la Semana Santa. Tenéis que saber que la procesión del Jueves Santo, llamada también de la Sangre de Jesucristo, se documenta en el año 1564. El culto a la Preciosa Sangre de Jesús empezó en la iglesia del Hospital General, dedicada a la Anunciación, en la segunda mitad del siglo XVI, con la constitución de una cofradía propia. El mismo año 1564 empezó a salir la procesión del Jueves Santo, que se organizó con la idea de que la cofradía de la Sang pudiera acompañar a los disciplinantes o azotantes, que relacionaban su dura penitencia, incluyendo el derramamiento de sangre, con la Pasión de Cristo.

- «Uep»... ¿De qué va eso de ‘disciplinantes’, ‘azotants’... ‘dura penitencia’?
- ¡Vaya!, ya se que sois muy jóvenes, pero precisamente por eso, podéis consultar la versión digital del Diccionari Català-Valencià-Balear y encontrar ràpidament las definiciones: «Assotant: Penitent que s'assotava a ell mateix públicament». Una dura penitencia para llegar a la absolución de los pecados de cada persona.

- Debían ser muy gordos, esos pecados.
- No lo sabemos, ni nos interesa... però, desde luego, ¡no debían ser pecados veniales! Bueno, no nos desviemos del tema principal, el de la procesión. Os diré que la procesión del Jueves Santo también se documenta en un edicto episcopal del año 1631, que se preocupa por la solemnidad y el respeto que tal evento merece: "com sia cosa necessària i convenient que la processo que es fa cada any lo dijous sant en la present ciutat de Mallorca se faça ab aquella solemnitat i devoció que es deu a semblant misteri... En pena d'excomunionis major manam que ningú pusca estar assegut amb cadires dins les isglesies en tot lo dit temps». Como hemos dicho, la procesión tenía un carácter fuertemente penitencial y, por ello, también era conocida con el nombre de procesión de los azotantes, puesto que en esta manifestación de fe se cumplía y escenificaba la penitencia pública de los azotes, siempre según la gravedad de las faltas y pecados del disciplinante. Los azotantes se golpeaban la espalda, hasta la cintura, que llevaban desnuda, así como los brazos, excepción hecha de la cabeza, que iba cubierto con un capirón o caperuza que les cubría la cara para no ser reconocidos, según el citado edicto episcopal de 1631: " En pena d'excomunionis major manam que ningú ... en la processó anar amb la cara tapada i aportar capirons sinó seran los disciplinants, los quals volem que vajan amb vesta o faldes llargues tant com se assotaran i no de altra manera, per ser cosa indecent anar de altra forma, i açò, tant lo dijous sant com lo divendres sant... Dat en Mallorca en lo Palau Episcopal a 16 de abril de 1631".

.Penitentes del Sant Crist (goig del s. XIX de la Col·lecció Furió).

- Profesor, estas caperuzas, capuchas o capirote», provienen de las corozas de la Inquisición?
- Bueno, no váis por mal camino... pero yo diría que las caperuzas son símbolos penitenciales... mucho antes de la Inquisición ya existían cuando los penitentes y también los condenados debían salir en procesión pública. Un matiz importante es que los condenados tenían que salir a la 'vergüenza pública' y, por tanto, llevaban caperuza pero iban con la cara descubierta, como las víctimas de la Inquisición; en cambio, los penitentes llevaban la cara tapada, puesto que podían mantener el anonimato.

- ¡Muy interesante, profesor!
- Bueno, ¡voy continuando con la procesión del Jueves Santo! Un expediente de la Real Audiencia de 26 de septiembre de 1781 comenta el ambiente que se vivió ese día: «Lo grandioso del dia, la existencia en aquel sitio de la milagrosa imagen del Smo Christo de la Sangre, la ardiente devoción de toda Palma sin distinción al culto de esta santa efigie y la ocasion de la infinita incesante concurrencia a su Yglesia, a vista de pobres enfermos con el piadoso motivo de la procesión; son estímulos los mas poderosos, para que las gentes se animen a emulación a socorrer con muchas y mayores limosnas que aquellos... viendo unos hombres vestidos de túnicas y capirotes azules, y otros de blancas burdas, a los que en idioma del país, llaman encapironats...».

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- Pero, profesor, ¿por qué tanta participación?
- Seguramente porque la procesión del Jueves Santo, antiguamente, era gestionada por los gremios, con los cofrades y con los pasos correspondientes. O sea, que participava en ella todo el pueblo trabajador. Los capítulos del gremio de los carpinteros, de 12 de mayo de 1705 tienen un artículo específico sobre las procesiones: «Ítem se ordena i mana que en cas los sobreposats, prohomens i demés qui tenen obligació d’anar a les processons, faltassen á la sua obligació i dexassen d’assistir á aquelles, hage de pagar quiscu a dit ofici quatre reials castellans cada vegada, i la del Dijous Sant 3; ... i en cas d’impediment, amb llegítima causa de no poder assistir a alguna de dites processons, degue enviar un confrare de dit ofici benemèrit en son lloc a satisfacció dels sobreposats". El orden procesional de los pasos del Jueves Santo marcaba que debían ir los más antiguos detrás, cerca de la imagen de la Sang, y más lejos los más modernos. Desde el año 2015 se ha recuperado el orden tradicional de antigüedad: primero sale la cofradía más nueva y cierra el séquito la más veterana. Como explica Bartomeu Quetglas en su trabajo sobre las cofradías gremiales, a principios del siglo XIX, el gremio de los alfareros desfilaban en la procesión del Jueves Santo los séptimos de los últimos, con el paso llamado «Jesús cargado con la cruz"; justo más atrás iba el gremio de toneleros; seguían los gremios de los carpinteros, el de los sastres y el de los tejedores de lana; el penúltimo gremio era el de los pelaires, y el último, lugar de prestigio, era el gremio de los herreros. Efectivamente , el de los herreros era considerado el gremio más antiguo, como dice Zaforteza Musoles: «el primero que se constituyó en Mallorca, y fue allá en el siglo XIII, cuando se organizaron los de este arte. Con su paso, la Dolorosa al pie de la Cruz, presidió este gremio a las demás corporaciones artesanas en la procesión del Jueves santo, lo que implica el reconocimiento por éstas de la mayor antigüedad de los herreros».

- ¿Tenemos informaciones más modernas de la procesión?
- Sí, claro, pero no puedo entretenerme demasiado: ¡No puedo repicar e ir a la procesión! Mirad:
La procesión del año 1844 fue brillante y concurrida. Los devotos participantes iban delante con antorchas, de dos en dos; seguían los militares, los sacerdotes y religiosos «y a lo último, y en pos del del Santísimo Cristo de la Sangre, el Ayuntamiento y la Excelentísima Diputación presidida por el Sr Jefe Político y Sr Intendente, los Sres Diputados encargados del hospital y un crecido piquete del provincial de Mallorca. Las músicas alternaban con sus armoniosas sonatas». Ramon Medel reseña la procesión del Jueves Santo del año 1849 y recuerda que una de sus características era la visita a todos los conventos de monjas de clausura: el Santo Cristo de la Sangre era llevado desde el Hospital General hasta la Catedral «acompañado por multitud de nazarenos que llevan hachas encendidas y atributos de la pasión. Sale por lo regular a las cuatro y media de la tarde, y visita los conventos de monjas, y vuelve a su iglesia a las nueve o diez de la noche». En 1852 se prohibió la presencia de caperuchas en la procesión: se prohibió, por los abusos que se cometían, el que nadie vistiese el traje de caperuza en la procesión del Jueves Santo, por lo que este año fue más corta que la de los otros». El diario de 29 de marzo de 1872 recuerda la procesión del día anterior, Jueves Santo: «Asistió una gran concurrencia y hasta 500 caperuzas. Los coros cantaron el Stabat Mater y el Miserere y los niños del hospicio acompañaron a la Dolorosa».

Al día siguiente, el diario vuelve a recordar la procesión y explica que se eliminó la costumbre de detenerse ante las casas principales de Palma: «La procesión de la Sangre en lugar de ir a las Teresas y a Santa Catalina de Sena, recorrió sólo las inmediaciones del hospital. La imagen del Crucificado, a petición de El Diario, no saludó al pasar ante las casas de familias conocidas, evitándose así quejas, rivalidades y disgustos, y, sobre todo, incomodidad al clérigo portante».

La revista L'Ignorancia del año 1881 publica la crónica de la procesión: «Sa processó des Dijous Sant enguany es estada molt sèria i lluïda, com era d’esperar. Ets atlots de la Misericòrdia han estat acertadíssims amb sos seus coros, lo matex qu’ets altres coros de homos ja fets que duien caperutxa. Sa banda municipal molt ajustada. Un poquet més d’ordre amb sos nins petitets heu acabarian de posar bé». El diario de 4 de abril de 1890, en la crónica de la procesión del Jueves Santo, destaca la aparición de un nuevo paso, el de la Dolorosa, que "mereció los elogios de cuantos la vieron". También menciona el «desorden que el mayor número de caperuzas asistentes ocasionaron en el callejero de S. Miguel y otras».

La revista La Roqueta del año 1902 anuncia la procesión de ese año, remarcando la existencia de cinco pasos, cuyos escultores identifica: «el pas de l’Oració en l’Hort, és tallat per don Lluís Font; el de Jesús assotat és tallat per don Salvador Torres; el de l’Ecce Homo per don Gabriel Joan Marroig; la Dolorosa per don Llorenç Ferrer i el del Camí del Calvari per don Lluís Font. L’adorada imatge de la Sang és saludada i contemplada amb devoció pel poble».

- ¡Ahora sólo falta cantar una Saeta!
- No, ni pensarlo... en cada lugar, sus tradiciones propias; en cada punto geográfico, su propia emoción: "Donde fueres, haz lo que vieres". La procesión del Jueves Santo y, en general, todas las de Mallorca, son series y básicamente silencioses. En este sentido, Pere de Alcàntara Penya, imprescindible testimonio de las tradiciones ancestrales, en el poema «Sa processó des Jueves Sant» critica cómo había cambiado la procesión en la segunda mitad del siglo XIX, cada vez con menos seriedad, silencio y respeto, evocando las procesiones de cuando él era niño, más genuínas: «Un temps hi anaven persones d'arraigo, /es mossons, es frares, es vells menestrals, / amb penons de grana, i un pas o figura / de la passió Santa del Redemptor Sant. / Aquells senyors nobles, aquells homos graves.../ amb ciri i amb atxes, que amb gran compostura / i amb ordre el més serio passaven resant; / aquella reunió / de gent respectable, anant a parelles / amb gran devoció, /guardant gran silenci, bé dir-se podria / que era processó».