Los higos se encuentran en su apogeo. | BRISAS

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El mes de septiembre, que conserva el nombre que le correspondió por ocupar la séptima posición en el antiguo calendario romano, es de los más pródigos en frutas según nuestra nomenclatura actual. Durante el mismo pueden cosecharse almendras, ciruelas, melones, sandías o melocotones, membrillos, nueces, así como determinadas variedades de peras y manzanas coincidiendo con la plétora de higos y uvas.

Una de las inapreciables y olvidadas gloses de nuestro Cançoner recuerda cuatro de ellas: No hi ha raim com el calop, ni pera com de la nau, ni prunes com ses d’En Frau, ni figues com bordissots. Todas coinciden en madurar durante esta treintena, gozando de notable aprecio por su especial dulzor e idoneidad para conservarse desecadas. La uva calop se cuenta entre las mejor valoradas como fruta de mesa o para pasificarse, modalidad en la que logra magníficos y estimables resultados por su tamaño y dulce paladar. De hecho su nombre deriva de una subvariedad denominada Palop imperial, indicador de la excelente y reconocida calidad de esta uva blanca, como ocurre con todos los vegetales apellidados con este calificativo, convertido después en nombre específico. En Mallorca crece desde el setecientos una calop moscatell que ha perdurado hasta la actualidad.

Las peras apellidadas de la nau son otra de las frutas septembrinas incluidas entre nuestras variedades locales tradicionales. El Arxiduc Lluís Salvador ponderaba su buen rendimiento agronómico, describiéndolas como dulces y finas. Son de mediano o pequeño tamaño y color verdoso-amarillo con áreas rojizas, incluyéndose entre las veintidós variedades de dicha fruta arraigadas en Balears. Ocho de ellas son mallorquinas, mientras que a las catorce restantes se les atribuye procedencia menorquina.

Desconocemos quién fue el personaje apellidado Frau que dio su nombre a las ciruelas que han conservado su recuerdo entre las no menos de dos docenas de sus ejemplares mallorquines. Son de color rojizo oscuro, sabrosas y de buen tamaño, manteniéndose prolongadamente aferradas al árbol. Abundaban sobre todo en Manacor, Sencelles, Artà y Capdepera. En estas dos últimas localidades les llamaban prunes d’assecar, ya que una vez secadas se conservan prolongadamente muy dulces.

Los higos bordissots dan nombre a una subvariedad blanca y otra negra, ambas de maduración septembrina. La primera es de color verde amarillento, siendo muy apropiada para su consumo en fresco, pero también para desecarla. A este último fin se destinan a menudo ya que en poco más de una semana de buen sol quedan en condiciones de conservarse. Éstas características junto a su muy dulce sabor, facilitaron su difusión en Mallorca tras la incorporación del Regne dins la mar al mundo cristiano europeo. Su inconveniente principal es la facilidad que tienen para abrirse por la flor y deteriorarse. Los bordissots negros son de los mejores subtipos de ese color, estando dotados de un sabor especialmente agradable, caracterizándose por presentar con mucha frecuencia la conocida y recomendada gota de miel en la flor. Vale la pena conservarlos todos y poder seguir disfrutándolos