Las truchas, exquisitas en cualquier elaboración.

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La escena ocurre en España y el héroe de la aventura es Gil Blas, un joven de diecisiete años, presuntuoso e ingenuo, que va a buscar fortuna a Salamanca. Por el camino se detiene en un hostal para cenar. El posadero le ofrece unos huevos, ya que por ser día de vigilia no se ha cocinado carne. «Apenas había pegado el primer bocado a mi tortilla, un sujeto, de unos treinta años, que llevaba espada al cinto, trató de hablarme con aires apresurados, como si me conociese de toda la vida y me dijo: Señor estudiante, sé quién sois, sin duda un celebrado genio de la filosofía…». Así que el extraño que no es otra cosa que un aprovechado, un gorrista, logra que el tal Gil le invite a un par de tortillas y para redondear el asunto a una trucha al gratén.

«A la vista de aquel pescado pude ver brillar una cierta alegría en los ojos de aquel parásito, que se lanzó sobre la trucha como lo había hecho sobre las tortillas y después de haberse llenado hasta la garganta quiso poner la puntilla a su comedia», luego de tantas charlas vacías, bromas antipáticas y chistes diversos. Este fragmento pertenece a la obra Gil Blas de Santillana, del escritor, Alain-René Lesage (Sarceau, Bretaña, 1668 - Bologne-sur-Mer, 1747) que bajo la apariencia de novela picaresca hizo unas severas críticas de la sociedad francesa de la época de la Regencia. Murió a consecuencia de un duelo con un compañero de armas.

La receta

Dado que los huevos batidos y ese sabroso pescado se hallan en la Trucha al Gratén que encaja en el episodio, veamos cómo se podría preparar: Lavamos unas truchas que pesen en total alrededor de un kilo y las cocemos al vapor, por ejemplo en la parte alta de un alcuzcucero o una doble olla, tapadas, durante media hora y una vez cocidas, las desmenuzamos en una fuente de gratinar. Espolvoreamos con dos cucharaditas de hierbas de Provenza y luego batimos cuatro yemas de huevo con el zumo de un limón. Salamos esta salsa y la echamos sobre el pescado y la horneamos, con el termostato al ocho. Transcurrido un cuarto de hora, sacado del horno, esparcimos sobre el preparado dos cucharadas de aceite de oliva en crudo y así puede servirse»