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Recuerdo que en cierta ocasión, cuando a mis 18 años trabajaba en la conserjería del hotel Camp de Mar, un turista, un tal David Solomon, judeo-británico, me regaló al disponerse a regresar a Inglaterra, una novela en versión original sobre la que derramó muchas alabanzas. Se trataba de The Forsyte Saga (1906-1921) que leí con mucho interés durante aquel verano. John Galsworthy (1867-1933), galardonado con el premio Nobel un año antes de su muerte, hacía una severa crítica en aquella obra maestra de la alta burguesía inglesa de principios del XX, clase social a la que el mismo pertenecía.

Según parece se adelantó en el tema al Bearn de Llorenç Villalonga y al Gatopardo del Príncipe de Lampedusa. Otra obra de parecida intención es Flowering Wilderness (Prado florido) donde leemos: «Como Compson Grice creía que comiendo se pueden solucionar los asuntos más difíciles en condiciones normales, habría invitado a almorzar a Wildrid, y después de dos o tres copas de buen brandy obtendría la información que deseaba. Pero le inspiraba un poco de temor. Mientras comía un sencillo lenguado a la francesa y bebía media botella de Chablis, decidió enviarle una carta que escribió en su club, junto a una taza de café y un cigarro habano…».

El plato de lenguado aparece en otros escritos literarios de Galsworthy y se supone que debía gustarle al autor, como la cocina francesa en general. Quizá había leído en las páginas de la enciclopedia ilustrada que el lenguado, pez de mar, plano y alargado, manjar exquisito, llamado también, en galo, perdiz de mar, muy delicado, se prepara poco frito, ya sea en ragout a la parrilla, levemente hervido y acompañado con salsa blanca o al queso azul aderezado con nata líquida, harina, sal y pimienta. Pero vayamos a una receta más clásica: Necesitaremos unos 750 gramos de ese pescado, dos huevos, un decilitro y medio de aceite de oliva, otros 750 gramos de patatas, cuatro cucharadas soperas de harina, media cucharadita de pimienta negra molida y sal al gusto. Quitamos la escama al lenguado, lo vaciamos y lo lavamos. Luego lo sazonamos con sal y pimienta. Batimos los huevos, preparamos un lecho de harina, rebozamos el pescado y lo freímos en aceite bien caliente, para servirlo con las patatas salteadas.