Imagen de archivo. | Pixabay

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Una de las tentaciones recurrentes de los amantes del chocolate es la crema de cacao y avellanas. Divididos entre nocilla o nutella, lo cierto es que ambos productos están cargados de azúcares y aditivos cuyo consumo continuado, puede provocar perjuicios en la salud. Por ello, siempre es mejor cocinar en casa los alimentos para asegurarnos de los ingredientes que llevan y evitar, en la medida de lo posible estos añadidos.

Uno de los trucos para ello es encontrar recetas fáciles y alternativas a los productos más tentadores: cambiar las natillas por caqui y yogurt o la tan ansiada nocilla por esta crema de cacao que te proponemos a continuación. Una receta sencilla y rápida, que apenas conlleva 15 minutos. Además de ser rica en proteínas y grasas saludables, resulta una forma con la que ahorrarnos consumir añadidos artificiales y de nombres extraños como la lecitina de soja, el E 476, glicósidos de esteviol y la polidextrosa.

Ingredientes

  • 150 gramos de avellanas tostadas sin sal y peladas
  • 200g de chocolate negro (al menos, del 60% de cacao puro)
  • 60 mililitros de leche
  • 50 gramos de azúcar (o 25 gramos de sirope de agave)
  • Dos cucharadas de aceite de girasol
  • Sal
  • Extracto de vainilla

La receta paso a paso

Lo primero de todo es fundir el chocolate negro al baño maría. Mientras, podemos ir avanzando -con un ojo puesto siempre en el chocolate, removiéndolo de vez en cuando- y triturar las avellanas con una batidora o procesadora de alimentos hasta conseguir una pasta consistente, parecida a la mantequilla, aproximadamente unos 10 minutos.

Con el chocolate ya fundido, hay que añadir la pasta de avellanas, junto con el resto de ingredientes: el azúcar, el aceite, la leche, el extracto de vainilla y la pizca de sal. Tras triturarlo todo con la batidora, quedará una pasta homogénea y de textura parecida a la nocilla, aunque aún un poco líquida. Para conseguir el resultado perfecto, hay que resistirse a probarlo y dejar reposar la pasta en un tarro de cristal durante al menos dos horas en el frigorífico o a temperatura ambiente en un lugar seco y alejado del sol.