El steak pie se come de maravilla con una Guinness. | Andrés Valente

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Cuando se publicó la primera guía Michelin en agosto de 1900 (un momento ideal para lanzarla porque es el mes en el que la mayoría de los franceses se van de vacaciones) estaba enfocada a los conductores de coches en busca de talleres mecánicos y sitios para reponer gasolina, más que a los viajeros sibaritas con ganas de comer bien, cuando paraban al mediodía o por la noche. Era un servicio para sus clientes, ya que André y Édouard Michelin fueron los pioneros en el uso de ruedas de goma infladas de aire. Pero cuando había un buen restaurante fuera de las carreteras principales, su dirección salió en la guía con las palabras ‘vaut le détour’, o vale desviarse. Otro beneficio para el cliente… aunque también para Michelin, ya que así había más desgaste de los neumáticos.

El bar-bistro Nostalgia, de calle Ecónomo Torres en Port de Pollença (Tel:664-135069) nunca saldrá en la guía Michelin, pero le puedo asegurar que sus langostinos en tempura, fish and chips, y su steak pie, bien valen el viaje en coche desde Palma… o cualquier otro punto de la Isla.

Antes de salir hacia el norte de la Isla, sabía que Colin Sweeney y su esposa Michaela, los propietarios de Nostalgia, ya habían ganado cierta fama en el circuito de los pubs ingleses. Cuando regentaban el londinense Adam’s Arms, la tradicional steak pie de Michaela ganó un concurso nacional organizado por Guinness, la icónica cerveza negra irlandesa. Y esa receta que triunfó contra 750 participantes de todo el país, es la misma que Michaela emplea en Nostalgia. Para su empanada individual (11,95 €), Michaela hace un estofado de ternera y champiñones con Guinness y lo envuelve en una caja de hojaldre cuya tapa está adornada con un shamrock, el trébol emblemático de Irlanda, un detalle que habrá gustado mucho al jurado del concurso.

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Un plato tradicional

El steak pie es uno de los platos más antiguos y queridos de Inglaterra y es un fijo en la carta de los pubs que sirven comida. Por esto Guinness organizó este concurso para los cocineros de los pubs y no los restaurantes. Pero a pesar de la popularidad del steak pie, jamás he visto una versión casera en Mallorca. Me imagino que por ser un plato algo laborioso. Los propietarios de los bares ingleses de la Isla prefieren comprar steak pies congeladas. Pero Michaela es una cocinera seria y muy consciente de su deber. Su masa salió bien ligera y hojaldrada, y el estofado fue riquísimo, gracias en gran parte al papel que juega la cerveza negra. El único fallo en este plato fue el brécol: verdura traidora donde las haya, que siempre sale pasada de cocción. Lo mejor sería emplear otra hortaliza verde.

Los langostinos en tempura valieron un 10.

Sin embargo, no había errores con los langostinos en tempura. El rebozado salió crujiente y ligerísimo, aunque este plato ganó los 10 puntos de la perfección principalmente por la tersa textura de la carne del marisco y su increíble jugosidad. No recuerdo haber comido langostinos con este punto de cocción tan milimétrico, ni en las marisquerías de las costas mallorquinas. Quizás lo más sorprendente e inesperado de este plato fue su precio: 6,50 €. El jumbo fish and chips (12,95 €) cumplió con todos los requisitos de este plato nacional inglés: un rebozado fuerte pero ligero y crocante, espléndidas patatas fritas y mushy peas, los tradicionales guisantes chafados. Si lamento algo, es que Michaela y Colin aterrizaron en Port de Pollença y no en el centro de Palma.