Un hot dog de Dave’s Diner. | Andrés Valente

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Es increíble la cantidad de platos españoles cuyo origen es desconocido y, por lo tanto, no hay una receta auténtica. Como muestra no es necesario mirar más allá que la paella o el cocido: cada cual lo hace como le da la gana. Y cada cual es capaz de hacer versiones maravillosas. En Francia la historia de la mayoría de los platos no es tan discutida: el recetario francés viene con documentos firmados y sellados. Y no hablo de la China, donde hay platos cuyas recetas no han cambiado en miles de años.

Muchos platos de los Estados Unidos llegaron como la mayoría de la población: sin papeles de ningún tipo. La procedencia de la hamburguesa, quizás el plato más emblemático de Estados Unidos, no se conoce, aunque sea de una fecha tan reciente como finales del siglo XIX. En cambio, el también muy conocido hot dog, o perro caliente, tiene una historia escrita y hasta un padrino que le puso nombre.

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Los hot dogs son tan populares parcialmente porque son obligatorios en las barbacoas del 4 de julio, su Independence Day, el día que los americanos celebran la declaración de su independencia, en 1776. Mientras que hay mil maneras de hacer una hamburguesa, para el hot dog sólo hay una: un panecillo blando y alargado, con una salchicha frankfurter, hebras de cebolla blandísimas y casi caramelizadas, y un buen punto de mostaza. Hoy en día hay americanos que ponen ketchup, pero los sibaritas lo comían sólo con mostaza. Es mucho más fácil hacer un genuino hot dog que una buena hamburguesa. Sólo tiene que preocuparse de comprar un panecillo blando y alargado y salchichas frankfurter de Alemania, que siempre hay en El Corte Inglés. Las más caras son las mejores. Hay mostazas para todos los gustos, pero yo prefiero hacer la mía con Colman’s en polvo (también en El Corte Inglés) mezclado con agua. Es mucho más fuerte que cualquiera de las otras mostazas.

Un mini burger llamado slider.

Cuando las hamburgueserías empezaron a abrir en la zona de Plaza Gomila a principios de los 60, también vendían hot dogs, pero las hamburguesas fueron un éxito instantáneo. Hace mucho tiempo que no he visto a alguien comer un hot dog en las franquicias americanas.

Tenemos datos biográficos del hot dog. Un alemán de Bavaria, Antoine Feuchtwanger, llevó los frankfurters a la Feria Mundial de San Luis donde los ‘franks’ se vendían directamente de la plancha y con unos guantes de algodón para que los comensales no se quemaran los dedos. Pero fue Harry M. Stevens quien más tarde popularizó los ‘franks’ vendiéndolos en un panecillo durante partidos de béisbol en el Polo Grounds de Nueva York. Él les llamó red hots (al rojo vivo). El nombre de hot dog no llegó hasta que el dibujante de chistes Tad Dorgon representó el frankfurter como un alargado perro teckel, popularmente conocido como perro salchicha. Se puede probar un auténtico hot dog (y otros platos americanos como el slider) en Dave’s Diner de calle Industria, 6 (Tel: 971-201524).