Pep Vich | Profesión: Arquitecto. | Principales aficiones: Viajar, pescar y jugar a Rummikub. | Una pasión: Todo lo relacionado con arquitectura. | Eugenia Planas

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Pep Vich ha vuelto a casa por Navidad y allí nos reencontramos. Su siempre cálida sonrisa ofrece confianza. Sus ojos bailan tras las gafas y la mascarilla y una se siente bienvenida al hogar de un excelente profesional sin ínfulas y de una experta diseñadora de moda, Irina. Les acompaña Alex, un encantador hombrecito de 8 años que nació en Vietnam, habla varios idiomas y se siente identificado con los usos y costumbres de la Isla donde nacieron su padre, su hermana Claudia y sus abuelos. Pep Vich ha heredado su capacidad para ejercer exhausto trabajo sin difuminar el agradable rictus de su sonrisa.

La noche en que nos vimos había salido a pescar, concilió ocio y trabajo, se sometió a indagaciones sobre su espacio íntimo y a las tres de la madrugada, con americana y corbata, despachó asuntos de trabajo a través de Skype. A la mañana siguiente volaba a Menorca para regresar a Palma por la tarde. «He pasado varios años viviendo diez días en Vietnam y diez en Palma».

En 1996 Vich y Crespí fundaron el estudio de arquitectura al que se unieron dos socios más. Con proyección internacional, se presentaron y ganaron un concurso para la construcción del rascacielos Hei Tower, en Shanghái. En tres meses ganaron tres concursos y Pep se trasladó a Vietnam, donde abrió nueva sede. En 2010 inauguraron otra en Brasil, además de las de Canarias y Madrid.

Sin puertas ni pasillos y con una casita en la casa.

Una casa abierta

«En 2019 hice 600.000 km pero vale la pena. Ahora pienso que Alex debe vivir en España y yo estoy conectado a diario con mis clientes y mis planos». Los planos que nos interesan esta noche son los de esta casa sin espacio anodino alguno. Es una casa abierta al visitante, «una casa para recibir a la gente con la que se tiene confianza, sin puertas, sin obstáculos».

Sería un dislate que quien vive en un edificio catalogado, de 1907, monumento nacional, como lo es el edificio del Triquet, no tuviera la sensibilidad necesaria para hacer del interior de la vivienda un espacio atrayente y respetuoso con su historia.

Anulado el falso techo, enfatizó la estructura original.

Vich adquirió el ático y la torre y desarrolló en él todo su potencial creativo. «Quería un loft distribuido siguiendo el diseño original. Derribé paredes de estancias, recuperé la piedra original y quité el falso techo. Las vigas de acero y los cables tirantes quedaron a la vista y seguí el diseño». Para articular el espacio se crearon unos muros funcionales que no llegan al techo. De este modo, la estructura queda a la vista. Los muros salvaguardan la intimidad a la vez que contienen espacios como armarios de cocina, despensa o vestidor. No hay pasillos. Los muros conforman un vestidor que conduce al dormitorio por un lado, y por otro se llega al baño que tiene continuidad visual con el dormitorio. «No se pierde la unidad espacial de la vivienda. Incluso la casita de Alex, dentro de la casa, es perpendicular a la cocina. Es un mueble dentro de la casa».

La terraza forma parte de la vivienda y en ella se vive el día a día, celados por la peculiar torre. «La casa no termina en las ventanas», asegura. Los muebles de diseño los escogió Irina y juntos escogieron la decoración. A Pep le gustan los objetos abstractos, antigüedades ortodoxas y piezas de la cultura asiática. En esta casa con historia disfruta de su espacio íntimo quien ha construido el mejor ‘resort’ del mundo.