José Manuel Valverde se envuelve de elementos biográficos vinculados a sus pasiones.

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José Manuel Valverde es el presidente del Col·legi de Metges de Balears. Especializado en Medicina Familiar, luego concluyó con éxito masters en Sexología, Psicoanálisis y Terapias Conductuales.

Ejerce su profesión en un centro de salud, es presidente del Rotary Club Palma Almudaina, miembro de una sociedad gastronómica y tertuliano en medios de comunicación locales. Acostumbrado a robarle horas a relojes y días a calendarios, hace un hueco y nos recibe en su casa donde se posiciona su forma de ser, su forma de vida, su historia personal. Allí se envuelve de placas de su radiografía sentimental.

Llama la atención, en el salón, un mueble vitrina que heredó de su tatarabuelo y que acoge casi un centenar de cámaras de fotos de carrete y polaroids. «En los Sagrados Corazones estudié Cine y Fotografía. Es mi gran afición», confiesa.

José Manuel Valverde
Profesión: Médico. Principales aficiones: Fotografía y música. Una pasión: Ejercer la Medicina.

Muy cerca del mueble heredado, se enmarcan relojes de familia. Nos cuenta su historia sentado en el sofá junto a su esposa, Gio, y ante una mesa del escultor Nogucci. Compartimos café y pastas sentados en sillas firmadas en 1952 por el arquitecto Barry Bertoia. Amante del arte, en las paredes de su salón lucen obras de Rovira, Kovloski, Osterling o Artigues, y sobre el escritorio y en el suelo, esculturas de Gerard Matas.

‘Singles’ de juventud

La música es otra de sus pasiones. Sus singles de juventud se acumulan en un mueble de televisión danés de principios de los años 60, pero es un bafle contemporáneo el que, con temas de Bossa Nova, pone música de fondo a la conversación. Recuerdos de la infancia, anécdotas de profesores singulares, proyectos forjados en su barrio, Chamberí, emanan de muebles y objetos que generan la atmósfera del salón.

«Admiraba a mi pediatra y creo que mi vocación tiene que ver mucho con él. Estudié Medicina, fui interino en Cuenca, hice oposiciones a titular y tenía cuarenta opciones para elegir destino». Lo cuenta Valverde desde la silla de su escritorio donde revuelve algunos papeles para mostrarnos. «El escritorio es una mesa de relojero de anticuario que siempre ha viajado conmigo. Llegué a Mallorca porque elegí Bunyola como destino profesional tras quedar embelesado viendo Bearn».

Solidario

Además de ejercer 35 años como médico de familias y conocer la historia personal, vinculada al historial médico de sus miembros, Valverde ha liderado acciones humanitarias en Senegal y Ruanda.

Abandonado el psicoanálisis, ha ubicado el diván en su dormitorio, un espacio de muebles heredados, obras del s XVI y cama con dosel. «Me gustan las antigüedades y los muebles vintage. No paré hasta encontrar el mueble bar típico de las casas bien de los años 60, fabricado en Barcelona». Se ubica bajo espejos de pan de oro, típicos de los 70. Sin embargo, el lujo reside en la cocina. De grandes dimensiones, este espacio cuenta con un comedor muy original. Las baldosas son las mismas que las del metro de Madrid, los muebles y la cocina italianos, las neveras de color negro y tras la mesa vietnamita, una gran pizarra que decoró como la de un bar de copas restándole horas al sueño. Allí, entre ollas de lujo y robots de cocina, descubrimos otra afición. En su sonrisa perenne, hallamos la serenidad de una terapia de relajación.