Hace unos meses, la joven pareja decidió comercializar sus productos en las ferias. | Pep Córcoles

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Miquel Company es un joven natural de Alcúdia que vive del campo. El se define como un payés y considera que «eso no es sólo una profesión; es un estilo de vida. Un agricultor crea con sus manos las condiciones para que la naturaleza ofrezca sus frutos para que los demás puedan vivir». Confiesa que desde niño sintió la llamada del campo: «Yo aprendí de mi padrino a labrar, cultivar y recolectar. Me maravillaba ver como con su trabajo se obtenía el alimento y siempre quise dedicar mi vida a ello».
La pandemia le dio la oportunidad o le abocó a decidirse por la vida del campo. Inició su proyecto centrándose en el cultivo del tomate de ‘ramellet’. «Es un fruto que es muy demandado, consumido y es muy nuestro consideré que era el ideal para iniciar un proyecto viable», dice. El joven payés agrega que «además se trata de un fruto que se ha cultivado siempre porque es de fácil y larga conservación, lo que permite comerciar con él durante todo el año».

Miquel arrastró a su sueño a su pareja Hanna Simms. Ella era recepcionista de hotel, pero dejó el turismo cautivada por el entusiasmo de Miquel y se unió al proyecto.

Utilizan la finca de es Clot, en Alcúdia, para producir sus tomates. Es una finca «muy antigua; mi tatarabuelo ya la cultivaba y siempre ha pertenecido a mi familia», explica el joven. Durante los meses de primavera y verano trabajan febrilmente por sacar adelante la cosecha. «Es lo que nos permite vivir en invierno. En verano recolectamos, hacemos ‘enfilalls’ y así podemos ir vendiendo todo el año», dice Miquel.

La pareja cultiva algunas variedades de ‘ramelletautóctono, pero la que mejor les funciona, según Miquel: «es una tomate de ‘ramellet’ que conseguí de una señora de Santa Margalida. Su familia había hecho una selección a lo largo de generaciones y tenía una raza muy resistente, hermosa y sabrosa que generosamente me cedió».

En la finca de es Clot cultivan los tomates de ‘ramellet’.

Miquel hace los planteles en Navidad para cuidarlos con esmero y dedicación. «Cuando llega la Pascua, la primavera, es el momento de trasplantarlos», asegura. Entonces la joven pareja siembra la ‘quarterada’ de terreno de es Clot que cuando llegue el verano les proporcionará la «casi más de una tonelada de tomate de ‘ramellet’ que nos permite vivir todo el año, combinándolo con la venta de otros productos del campo», dicen.

Para intentar comenzar la comercialización directa de su producto contactaron con el santuario de Lluc y tras alcanzar un acuerdo abrieron una pequeña tienda. Allí han compaginado la venta de sus tomates y otras hortalizas que cultivan de forma complementaria, hasta hace poco tiempo. «La venta era muy escasa, al no tener Lluc una población estable, dependíamos de los visitantes, generalmente excursionistas, que hacían compras muy pequeñas», describe el agricultor. Ante esta tesitura, la joven pareja decidió hace unos meses comercializar mediante la venta directa en mercados y ferias «y en ello nos estamos iniciando».